La sociedad de la información está basada en un torrente de vías de comunicación que no se detiene nunca. Todo comenzó con la televisión tras la primera mitad del siglo XX y se desbordó a finales de éste con internet. El arte creció con la tecnología como su hermana mayor y aprovechó todas las oportunidades de expansión que ella le ofreció. El videoarte es el híbrido resultante de esta unión.
La creación en directo, improvisada, en el mismo instante de su exhibición. Ésta es una de las posibilidades que brinda el videoarte: la unión del sonido y de la imagen en una sola obra, de la mano de una o más personas que, mano a manos, dan vida a una obra que sólo necesita un proyector, un ordenador y una pared en blanco. Hoy hace 43 años de la grabación del primer videoarte realizado en Europa: la evolución de la tecnología y de la impresión artística está patente.
La primera generación de videocreadores surgió en Estados Unidos con la aparición de la televisión. La pantalla como medio de transmisión, la imagen y el sonido como mensaje y una camada de jóvenes reaccionarios como espectadores. Funcionó. "La sociedad necesitaba algo así, se estaba removiendo y el arte prendió aún más", explica el artista de medios y arquitecto Theo Lorenz durante el IV Encuentro internacional El arte es acción, que se celebra esta semana en el centro social La Tabacalera (Madrid).
En sus inicios el videoarte pretendía remover conciencias y arremeter contra las estructuras establecidas de la política y el arte; quería proclamarse como el nuevo medio de comunicación artístico frente a la clásica pantalla de la televisión. Gracias al arte conceptual lo logró en los años 80: "la obra o la instalación ya no era estática, cambiaba con cada espectador y con cada uno de sus movimientos", opina la videocreadora Blanca Regina.
El fin principal de esta rama artística fue pelear contra el llamado homo videns por Giovanni Sartori. Éste es el individuo que sólo sabe asimilar información a través de la imagen, de la pantalla, del televisor. Es la persona que ya no sabe comprender lo que lee, ni quiere hacerlo. "Nos estamos convirtiendo en ello, deberíamos de leer mucho más y dejar de ver tanto el contenido vacío de la televisión", se queja Regina.
"Hace poco más de 10 años no era habitual que un grupo de música diese un concierto acompañado por vídeo en el escenario, ahora es todo lo contrario", relata Lorenz. Y es que, quizá, el videoarte no se deje ver demasiado por las salas españolas, y cuando lo hace, vaya camuflado bajo otro nombre. "La creación audiovisual performativa goza de buena salud en Europa, aunque en España aún no está lo suficientemente valorada", según Regina.
"Rusia o Reino Unido son los mejores países para practicar el videoarte o la videocreación: la oferta cultural tiene mucho hueco reservado para este tipo de arte", clama Regina. Los científicos a Alemania, los videocreadores a Rusia.
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