Kobe Bryant. / PDX Pipeline |
El concepto cierre patronal está en boca de todos los amantes del deporte, aunque el término no cuenta con tantos adeptos si de lo que se trata es de aclarar su significado y consecuencias. El lockout es el resultado, por un lado, de la expiración del convenio colectivo que suscribieron hace diez años jugadores y propietarios de las franquicias; por otro, de la falta de acuerdo en la elaboración del nuevo texto que regula la relación laboral de la liga.
En el conflicto hay tres partes enfrentadas: jugadores, representados por Derek Fisher como presidente del sindicato y asistidos por el letrado Bill Hunter; propietarios; y el comisionado de la NBA, David Stern. Éste último vela por los intereses de la liga y porque las posturas converjan, pues la otrora competición baloncestística más rentable del mundo es una ruina a día de hoy, cuando se deberían llevar más de diez días de partidos disputados. Los dueños aducen pérdidas superiores a 300 millones de dólares por el elevadísimo salario de los deportistas. Éstos, por su parte, señalan que tales cifras no son ciertas, pues no reflejan la realidad de que la pasada campaña subieron las audiencias notablemente.
David Stern. / Middle Gray Studios |
No es un panorama alentador, ya que, después de una veintena de reuniones, las cosas siguen tan complicadas como a la conclusión de la pasada temporada. Ni siquiera Michael Jordan, mejor jugador de todos los tiempos, se salva de la tormenta de espadas que se lanzan unos y otros. De él, ex jugador y ahora propietario de Charlotte Bobcats, se esperaba mucho más, sobre todo en favor de los Kobe, Lebron, Wade y compañía, que no cobran su salario desde julio por haberse suspendido los contratos. Tampoco Stern parece contento con el mítico 23 de los Bulls. La liga pierde miles de dólares al día y su representante más universal no desbloquea la situación, aunque puede. Ya lo hizo antes.
La actual no es una situación nueva, ni mucho menos. Otro gran deporte americano como la NFL vivió un lockout el pasado verano, pero en este caso las partes sí llegaron a un acuerdo antes del inicio del curso. Además, la NBA también sufrió una situación idéntica en 1998, cuando se suspendió la liga hasta enero de 1999. Entonces, Jordan, con su omnipresente influencia –mayor que la de muchos propietarios-, intervino como mediador y arregló el desaguisado para terminar ganando aquella sumaria temporada.
Este miércoles se espera una nueva reunión. Los jugadores no han ingresado sus salarios de la Training Camp (pretemporada) y necesitan una resolución inminente. Eso sí, tienen hasta las 23:00 (hora española) para alcanzar algún mínimo acuerdo, pues un minuto después concluye el ultimátum de Stern a los jugadores para un reparto 50%-50%. De no aceptar, el Comisionado realizaría ofertas cada vez peores hasta que se vieran obligados a prestar consentimiento.
Ibaka tapona a Young. / Serge Ibaka |
Mientras Laso y Pepu, técnicos del Real y el Estudiantes, respectivamente, rezan porque el cierre patronal se alargue, Chus Bueno, vicepresidente de la NBA en Europa, considera que “la cancelación de más partidos sería una mala noticia para los amantes del espectáculo y el baloncesto”. Aunque, “todo parece indicar que habrá un acuerdo en las próximas horas”, según el representante de la liga americana en el Viejo Continente. De lo contrario, sería lo que coloquialmente se conoce como la pescadilla que se muerde la cola, es decir, los propietarios y los jugadores se pelean, Stern propone una cifra de reparto equitativa y ninguno acepta. La liga se suspendería eternamente. Por eso, todo está dispuesto para que el quórum se alcance la noche del miércoles.
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