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Los medios de comunicación contribuyeron con la burbuja

Esta claro que no vamos tirar piedras en nuestro tejado. Pero algunas verdades tienen que ser dichas para que en un futuro próximo no se cometa los mismos errores.
Todos recordamos que la crisis financiera explotó en septiembre de 2008, y desde entonces no hablamos de otra cosa que el paro, la recesión, la quiebra de países, y claro, la burbuja inmobiliaria. Nuestra labor periodística fue denunciar como pasó, apuntar sus fallos, acusar al gobierno. Hay una noticia y había que dárla.


Ocurre que las burbujas son un hecho muy corriente en nuestra historia. Desde el siglo XVII vivimos las burbujas - y como consecuencia, la crisis -. La primera y más conocida fue la burbuja de los tulipanes en Holanda. Desde entonces, de tiempos en tiempos nuestro sistema especulativo viene sufriendo con sus excesos y por consecuencia, con sus burbujas.
Las burbujas empiezan cuando un grupo de activos cualquiera, en este caso relacionada con el boom inmobiliario, empiezan a apreciarse, es decir, a subir. Tal apreciación estimula más la compra de estas acciones en el mercado, lo que provoca más noticias en los medios de comunicación. Tales noticias motivan para que aún más gente los compre. Esta compra hecha por la gente produce grandes beneficios para los primeros propietarios de dichos activos. Estos afortunados cuentan a sus colegas lo fácil que es hacerse rico y esto solo provoca que las acciones aún suban más. Estas subidas van interesando cada vez más a los diversos grupos de inversores. Lo que no se sabe, es que esto hace parte de un plan para que la gente cada vez compre más. Cuando los precios ya no pueden subir más, empiezan a caer en picado. Ahí empieza el “salvase quien pueda”.
Profesor Manuel González López de la USC. Foto: Óscar Vázquez

El profesor Manuel González López, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, explica que la burbuja en España no es nada menos que la manifestación de problemas estructurales. Y sigue con su razonamiento: “Por un lado, la apuesta Neoliberal (equivocada) por la desregularización de los flujos financieros que provocó una financiación excesiva de la economía y creciente endeudamiento de las familias y empresas. Por otro lado, en el caso concreto Europeo, las fallas en el edificio institucional de la UEM hicieron posible para las entidades españolas contar con crédito abundante y barato que todavía elevó más el endeudamiento privado. La falta de regulación, el acceso a crédito abundante y barato debido a la entrada en el Euro y las políticas económicas equivocadas provocaron en España (al igual que en Irlanda) la burbuja inmobiliaria. Y, por tanto, un modelo de crecimiento deficiente que ahora cuesta mucho modificar.”.
González López concluye aún que la crisis en España no es un problema de exceso del sector público, sino de un gran problema de endeudamiento de las familias y empresas. Mismo así el profesor no exime  la culpa de los medios de comunicación. “Como 4º poder, los medios de comunicación – en términos generales – pienso que fueron participes (el en mejor de los casos, testigos mudos) del modelo que promovió la burbuja inmobiliaria”.
Los medios de comunicación, como los mercados, se rigen por las leyes de la oferta y de la demanda. Como los inversores querían más información  sobre las oportunidades de inversión, la oferta de noticias aumentó para satisfacer la demanda. Basta ver los titulares de los periódicos para confirmar. En el día 21 de Enero de 2008, el periódico El Mundo publica en su pagina online: “El 63% de los españoles considera lainversión en inmuebles como la mejor opción”. En el día 1º y 15 de Abril de 2008, EL Mundo publica los siguientes titulares: “22 viviendas vendidas en 10horas” y “La inversión de los españoles en inmuebles en el extranjero creció un47,8% en 2007”
Otros periódicos así como El Mundo también publicaron las grandes oportunidades imperdibles de los inmuebles. En el día 25 de Abril de 2008, el ABC publica en su pagina Web: “Aguirre impulsa un pacto entre inmobiliarias y bancos para vender pisos libres a precios baratos”. La realidad es que todos estábamos compinchados.
El asesor financiero Emilio Cameo Lorenzo. Foto: Jaqueline D'Hipolito
El asesor financiero Emilio Cameo Lorenzo de Profim – Asesores Patrimoniales EAFI. – nos bromea diciendo que “cuando los medios de comunicación anuncian la compra de un buen negocio, lo mejor es vender”. Y completa: “Lo que se dice en los mercados es que se debe comprar con el rumor y vender con la noticia”. 
Contrariando el consenso, el Administrador solidario Ignacio Herrero de la promotora Herrero y Corada L.S., piensa sí que los periódicos tuvieron su parcela de culpa, pero no ocultando informaciones, sino especulando cada vez más sobre ellas. “El periódico ha podido conseguir en un momento dado acelerar un proceso de un enfermo. Un enfermo esta mal y cuando todo mundo quiere ocultar el estado de una enfermedad y este se hace público,  pues esta enfermedad se empeora. Hasta ahí puede llegar la responsabilidad de un periódico, pero nada más”.
 También hay que resaltar que no son sólo los periódicos en sí que promovieron toda esta fiesta especulativa. Una vez que se detecta una demanda sobre el tema, lo que en general ocurre es que van apareciendo revistas, semanarios, documentales relacionados con el mismo tema.  Es una forma de suplir la demanda. La gente empieza a inflarse de información y buenas oportunidades. Además, aparecen en los periódicos de información general y en las revistas un número muy grande de publicidades relacionadas con la vivienda. El resultado es evidente: cuando todos tus vecinos ya compraron su vivienda, usted se sentirá como el único tonto que va a perder esta oportunidad.
Infografico: Jaquelline D'Hipólito
Es así que los índices de ventas alcanzan los niveles históricos. Los bancos ya prestaron lo que no debían, la gente gastó más que sus posibilidades, y los medios de comunicación de la noche para el día empiezan anunciar la crisis. La burbuja esta hecha y se apunta los culpables en todos los rincones. Pero nosotros no somos inocentes. 

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