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El camino del trabajador en terreno 

A pesar de ser un trabajo duro y las noticias relativas a secuestros durante los últimos años, muchos quieren aportar su granito de arena a lo que numerosas veces parece una causa perdida; la ayuda en los países tercermundistas como los que se encuentran en el Cuerno de África, donde la hambruna y la pobreza que allí se viven resultan inconcebibles en contexto sociológico como el que se posee en occidente.


Es una equivocación nombrar como 'voluntarios' a las personas que acuden a la ayuda de los más necesitados; puesto que se trata de “profesionales; como médicos, ingenieros y logistas, es decir, trabajadores con unas responsabilidades”, señala la delegada de Acción Contra el Hambre de Cataluña, Natalia Anguera.  

No siempre basta con una buena predisposición para ayudar y tener como único premio la ayuda a la causa; para trabajar en terreno se necesita pasar por unos duros procesos de selección para demostrar que se es la persona idónea para desempeñar el trabajo en unas condiciones muy difíciles. “Se presenta mucha gente” cuenta Anguera, “y gente muy preparada”.

Normalmente suele exigirse el dominio de algunos idiomas como el inglés y el francés, y se valora la experiencia en algún terreno parecido a donde se va a trabajar; aunque existen puestos para realizar prácticas en estos países. En el caso de Acción Contra el Hambre se observa un amplio espectro de perfiles de trabajadores en el sur. Por un lado hay jóvenes que prácticamente acaban de sacarse el título de su carrera, y en muchos casos suele tratarse de gente de 30 a 35 años de edad, con una experiencia en estas labores.
Científico en Kenia, por CIMMYT

Pese a las distintas edades de los trabajadores en estos países hay un elemento común entre todos ellos “hay un componente de motivación muy alto”, expresa Anguera, “trabajar en el sur implica separarse de amigos… hay que estar motivado, asumir el reto. Son profesionales que deciden trabajar en otro país, les interesa conocer otras culturas y saber que sus acciones tendrán un impacto positivo. ” Por supuesto, la capacidad de habituarse a un contexto totalmente nuevo es una característica esencial para este tipo de trabajos, “La cultura es muy diferente,  hay que adaptarse sin alterarlo que ya hay”, señala el responsable de Acción Humanitaria y Emergencia de Adra, Kevin Hernández.

En cuanto al tiempo de permanencia en estos lugares, lo normal es un periodo entre un año y 15 meses. “Suelen repetir la experiencia”, comenta Natalia Anguera, “lo más habitual es que vayan trabajando de un país a otro, es su forma de vida”.  Incluso una gran parte de estos profesionales se mueven con su familia, con sus hijos creciendo en el mismo país en el que ofrecen su trabajo y sus ilusiones.

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