Internet está provocando
que exista una falta de valoración monetaria del trabajo creativo
del cantante o grupo musical. Cada vez resulta más difícil que el
artista novel, que no está consagrado en el mundo de la canción,
cobre un sueldo digno por su trabajo. Y es que la red nos ha llevado
a pensar que determinadas cosas no tienen precio. ¿Por qué vas a
pagar un disco? o Ya tenéis bastante suerte con tocar en un
sitio como para que encima os tengan que pagar, son
frases que están a la orden del día en el sector de la música.
Es indudable que Internet
es un buen escaparate para la promoción de cantantes o grupos que
empiezan en la profesión. Para incentivar sus ventas y darse a
conocer, estos artistas ceden su trabajo de manera gratuita y
utilizan a las redes como un medio para promocionarse. Hasta que
consiguen hacerse un hueco en la industria musical, tienen que
mantenerse económicamente por otra serie de vías. “Alejandro Sanz
no hubiera llegado a la cumbre musical si no le hubieran pagado
debidamente”, opina el Coordinador de Estudios de la Fundación
Autor, Rubén Gutiérrez.
“Yo me niego a actuar
de forma gratuita, pero eso depende de cada uno”, afirma el
cantante Maik Rodríguez. “Estoy de acuerdo, no se valora el
trabajo creativo”, añade la cantante Yulia DeMoss.
Las redes sociales
generan diversidad musical, aunque las mayores descargas siguen
siendo de los grandes éxitos. El mercado digital está creciendo con
cifras interesantes; el 41, 8 por ciento de la facturación online es
en streaming, según datos proporcionados por la Asociación de Gestores Culturales de Madrid, AGETEC. El efecto tangible es la
extrema polarización en el sector musical que repercute en las
empresas discográficas.
Imagen dinero. /arteyfotografia.com |
Los expertos en el sector
prevén que en un futuro próximo quedarán sólo dos grandes
discográficas: Warner y Sony. “La clase media del sector
discográfico está desapareciendo rápidamente. Son las grandes
discográficas de gran tamaño y las pequeñas las que van a
sobrevivir”, indica Rubén Gutiérrez. El sistema de larga cola
indica que los valores bajos son muy largos. Existen muchos agentes
vendiendo muy poco. Las productoras pequeñas o sellos pequeños se
llevan una mínima parte del mercado, un 20 por ciento repartido
entre 700 agentes, según datos de la Asociación Autor. La inercia
de este tipo de sellos es la de mantenerse, ya que no generan
suficientes recursos y no pueden contratar a grandes artistas.
“Tendremos en torno a
700 editoras discográficas, sellos pequeños, que han sacado menos
de 20 títulos en este año 2011”. En el top de discos más
vendidos del 2010 no había ningún cantante nuevo. Ya no apuestan
por cantantes medios”, asegura el Coordinador de Estudios de la
Fundación Autor.
La generación del valor
económico se pierde. “Antes (finales de los 80, principios de los
90), este trabajo se pagaba mal, ahora ni se paga”, afirma
Gutiérrez. La monetización de la profesión se está perdiendo. La
frontera de lo profesional y lo amateur está difusa. El problema del
futuro en esta industria es cómo generar ese valor económico.
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