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Las obras de accesibilidad son uno de los principales problemas

La adaptación de viviendas es uno de los más costosos procesos por los que tienen que pasar las personas discapacitadas. Desde instalar puertas correderas con un ancho necesario hasta sustituir la bañera por el plato de ducha, son demasiados los elementos a los que hay que hacer frente y que suman una gran cuantía de ceros a la factura final del consumo mensual de estas personas.




Celia López se encarga de los cuidados de su padre Cipriano López, abulense afincado en la Comunidad Valenciana que actualmente tiene que moverse en silla de ruedas debido a una enfermedad degenerativa. “Además de haber tenido que hacer frente a los costes de una silla y una cama especializada, he tenido que habilitar las puertas y el baño de mi vivienda para que mi padre pueda hacer una vida lo más normal posible”, afirma Celia López.

“Rehabilitar una casa completa de unos 70 metros cuadrados puede suponer un coste de entre 6.000 y 12.000 euros”, declara la arquitecta y community manager de RStudio Cristina Moya, una empresa de arquitectura y diseño de la Comunidad Valenciana. El proceso de rehabilitación comienza con un estudio de la vivienda y de la movilidad del cliente. En función a estos datos comienza el verdadero proyecto de diseño donde se necesitan recoger las medidas específicas de la vivienda para ir seleccionando las posibles soluciones a cada una de las salas.

“La silla costó alrededor de 300 euros que pagué de mi bolsillo. Para el resto de las reformas tuve que pedir un crédito de 8.000 euros a mi banco pero, gracias a las subvenciones de las que disponían, sólo tuve que hacer frente al 45% de la deuda” según informa Celia López. Sin embargo, la suerte de esta mujer es que vive en un chalet adosado, con lo que no es necesaria la adaptación de elementos comunes que eleva el coste y necesita autorización de los vecinos.

Respecto del tiempo de duración de las obras, la representante de la empresa catalana de adaptación de viviendas Flama de Vida, Júlia Mercadé, sostiene que pueden llegar a durar “unos dos meses aproximados si se trata de un piso de tamaño medio, entre 60 y 120 metros cuadrados y puede llegar a alargarse unos siete meses si hablamos de una casa independiente donde hay que instalar sillas elevadoras o ascensores, lo que supone un gasto adicional”.

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