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El fútbol base disminuye sus ingresos

Las ayudas municipales o los ingresos por publicidad han descendido en los clubes de categorías inferiores en el último año y dejan en una situación muy precaria al fútbol base

Los precios para apuntarse a un equipo han subido al mismo tiempo que bajaban los sueldos y los puestos de trabajo. Por una simple regla lo más lógico es que los equipos escarmentaran e hicieran por que todos los niños pudieran disfrutar de un sueño que cada vez es más onírico. Sin embargo, no se puede poner el grito en el cielo ya que todo tiene una razón.

Partido entre Hergar y Cristo Rey. Foto: Javier Vicente
Todos los equipos tienen unos gastos obligatorios anuales a los que tienen que hacer frente y los ingresos de un club de fútbol base son mínimos. De hecho, la mayor parte provienen precisamente de los que aportan los jugadores. Así, el director del área administrativa del Unión Deportiva Pavía de Almería, Manuel Granados, “la institución está pasando unos momentos de apuros” de los que solo con la “generosidad de sus jugadores” están logrando salir. Recuerda Granados que mantener varios equipos es muy caro y que de “un tiempo hacia ahora” los ingresos se están viendo reducidos: las ayudas municipales han descendido en picado, el poco dinero que se recibía de la publicidad también. “La única manera de mantener una calidad es que los jugadores paguen más”, dice Manuel Granados.


Y Andalucía es tan solo un ejemplo de lo que pasa en cada rincón de España. En Salamanca, partida de toda la investigación, también ocurre esto y, si cabe, aún con más virulencia. Es el caso del Club Deportivo Munibar Pizarrales que vio como su ascenso a nivel de club se correspondía con un dinero que recibía del Ayuntamiento. De hecho, como dice su presidente, Fernando Hernández, el campo de hierba natural vino a través de dinero municipal y, sin embargo, el mantenimiento lo están pagando los jugadores. “Es una injusticia para los pobres chavales”, dice, “pero si no lo hacemos así nos quedamos sin campo”. El problema del mantenimiento de un campo de estas características es que es muy caro y ni siquiera los jugadores pueden hacer frente a todo por lo que el terreno está perdiendo calidad. “Tendríamos que subir el precio a los 600 euros a cada uno si quisiéramos mantenerlo en perfectas condiciones”, dice Hernández, “pero eso sería una salvajada”. De hecho, el Pizarrales cobra a sus jugadores benjamines 300 euros anuales, la tasa más alta de la provincia y los juveniles llegan incluso a los 450 euros. Con esos precios y la crisis lo lógico es que el número de federados haya disminuido.


Encuentro en el campo del Pizarrales. Foto: Javier Vicente
Pero los problemas de financiación no solo se quedan en el descenso de las ayudas municipales. No ocurriría gran cosa si la publicidad no hubiera bajado, pero también lo ha hecho. Tanto es así que los ingresos de un equipo de fútbol han disminuido en torno al 20% de lo que recibían antes, que en cifras absolutas supone unas pérdidas de unos 1.500 euros anuales. Pues bien, con ese dinero hay que hacerse cargo de los gastos del terreno de juego, del material deportivo, de los desplazamientos, los derechos de competición, la exigencia por parte de la Delegación provincial de entrenadores titulados... “Algo muy difícil”, como afirma el presidente del Unión Deportiva Ciudad de Cullera en Valencia, Jorge Peláez. Sin embargo él y los anteriores aseguran que el material deportivo incluso ha ganado en calidad con menos dinero. Manuel Granados dice que esto es posible gracias a la implicación de la directiva que ahora “arrima el hombro siempre y cuando sea necesario”. Otros, como el propio Jorge Peláez, aseguran que “siempre hay que guardar dinero para cuando vengan las vacas flacas” y así poder salir de la crisis.

Lo cierto es que el número de federados ha bajado y los clubes saben por qué. Sin embargo antes de tirar la piedra y esconder la mano cabe pensar: ¿hay algún otro mecanismo para que los niños sigan disfrutando del fútbol?

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