“Las madres todavía cantan, los niños siguen jugando”. Estas palabras de la responsable de comunicación de Cáritas Marisa Salazar son difíciles de imaginar en este entorno. Pero la vida se quiere hacer camino, aún en situaciones infrahumanas.
El Cuerno de África sufre una gran crisis de hambruna y pobreza que es causada principalmente por los problemas climatológicos. “Estas personas siempre están mirando hacia el cielo esperando la lluvia”, señala Marisa Salazar. Para Somalia la tragedia es mayor; no solo deben sobrevivir al hambre sino a la situación de guerra civil que pervive en su país desde hace más 20 años e imposibilita muchas ayudas humanitarias.
Por ello, huyen de sus penurias hacía el refugio de países vecinos. Según datos del UNHCR -La agencia de la ONU para refugiados-, de las 404.000 personas que acoge Kenia entre sus fronteras, la mayor parte proviene de Somalia.
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| Refugiados de Dadaab, foto de Internews Network |
El número de refugiados somalíes aumenta año a año, pese a que Kenia decidió cerrar sus fronteras con Somalia en 2007. La razón oficial es “evitar que las milicias somalíes atraviesen la larga línea que separa los dos países”, explica una responsable de la Comunicación de ACNUR, Rosa Otero.
Los tres campos de refugiados que componen el conocido como Dadaab fueron construidos para atender unas 90.000 personas y es considerado el más grande del mundo, pero la llegada de somalíes aumenta la suma a más 350.000 personas en 2010, señala ACNUR. Además, según fuentes de Médicos Sin Fronteras, se paralizó las obras de otro gran campo por orden de las autoridades de Kenia. Esto imposibilita un respiro a la cuestión de la sobrepoblación; un problema que podría ser causante de contagios masivos de enfermedades.
Aun así, sigue llegando una media de 1.200 refugiados al día; personas que no tienen más remedio que asentarse a las afueras del campamento, donde si son descubiertos pueden ser obligados a volver a Somalia o detenidos. Mientras que los servicios en los campos cada vez resultan más insuficientes, sólo 17.601 somalíes pudieron rehacer su vida tras ser autorizados a instalarse en Kenia, según MSF.
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