“El mundo de la veterinaria no está siendo un sector muy castigado”

Entrevista a Amparo Villanova Martínez, dueña de la clínica veterinaria Río Manzanares de Móstoles, miembro de la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC), miembro de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) y profesora colaboradora con la universidad Complutense de Madrid.

Pregunta: ¿Cuándo diría que empezó a notarse la situación económica que atraviesa el país en el sector de la veterinaria y qué aspectos cree usted que se han visto más afectados?

Respuesta: Yo diría que más o menos llevamos dos o tres años notando la crisis, quizás tres aproximadamente y, en mi caso, al tener una clínica veterinaria que incluye servicio de peluquería y productos de venta al público, creo ha sido ahí donde más lo hemos notado. La peluquería y la tienda ha sido sin duda lo más afectado. En clínica se ha ido notando en aspectos como las vacunas, que han bajado en número, y también en el hecho de que la gente tarda mucho más en traer al perro, esperan hasta el último momento.

P: ¿Diría que es una de las peores situaciones que ha atravesado el sector?

R: Realmente el mundo de la veterinaria no está siendo un sector muy castigado, porque el perro está muy integrado en las familias. Llevo más de 20 años con la clínica y evidentemente sí que notas la bajada, pero ya no por un tema de crisis, sino por la competencia.

P: ¿Pero no ha notado ningún descenso en la competencia?

R: No, realmente la competencia se mantiene. En el momento en el que empiezan a abrir más clínicas tienes que luchar por mantenerte en el mercado,  mejorar el nivel de la clínica. Hace 25 años había tres o cuatro clínicas en esta zona y ahora hay 25 y, además, nadie ha cerrado las clínicas, es más, un par de clínicas han sido abiertas recientemente en Móstoles.

P: ¿Se ha visto obligada a realizar cambios en su plantilla?

R: La verdad es que no he tenido que realizar cambios. Yo sí gano menos, pero no llego al punto de tener que tocar al personal.

                       Amparo Villanova Martínez, en su clínica de Móstoles. María Pintado Bravo

P: ¿Qué ocurre cuando un animal necesita un tratamiento y el dueño no puede permitírselo?

R: Alguna vez ocurre, pero hay veces en que no sabes si es porque no pueden pagarlo o porque quieren deshacerse del animal. Pero la mayoría de la gente, sorprendentemente, sí que lo hacen. Normalmente lo que miran un poco es la edad y la patología que tiene el animal, y en función de eso deciden que hacer.

P: ¿Qué tipo de tratamientos suelen ser los más comunes y a la vez los más costosos?

R: Una cirugía común puede costar unos 300 euros, por lo que hay gente que opta por ponérsela y otros que eligen la eutanasia. Pero por ejemplo, una quimioterapia puede llegar a los 1000 euros y la mayoría de la gente te dice que no. Lo que se nota hoy en día muchísimo es que te piden los precios por teléfono para comparar, pero claro, no todas las clínicas ofrecen las mismas garantías. Tú tienes los precios en relación con la calidad de lo que ofreces, entonces tienes que explicar a los clientes las condiciones en las que trabajas y porqué tienes esos precios, porque te metes en el quirófano y nadie ve lo que haces. Ahí sí que hay una competencia un poco peligrosa.

P: ¿Cómo veterinaria, que se siente cuando puede curar a un animal, pero el dueño no puede pagarlo?

R: Te haces tu barrera. Realmente no puedes condicionar la decisión de los dueños, pero sí te da rabia porque hay veces que la gente que quiere hacer todo lo posible no tiene solución, y los que tienen solución a veces no quieren hacerlo. Lo único que puedes hacer es enfadarte. La gente que quiere, es la que pide los plazos, que es una posible solución que se ofrece a los clientes. He llegado a tener un cliente que me pagaba 20 euros al mes. Incluso hay el caso de señoras, que sobreviven con 300 o 400 euros al mes, tienen a su perro a lo mejor con una diabetes y lo tratan. Pero otras te encuentras con señores que ves que sí pueden pagarlo, pero no operan al animal.

P: ¿Ha vivido alguna situación especialmente tensa con algún cliente?

R: Cuando llevas la enfermedad del perro al límite y esperas demasiado, a veces las cosas no salen como uno quieren. En ese caso sí que a veces hay situaciones incómodas con los clientes.

P: Y desde el punto de vista de la alimentación, ¿ganan terreno las marcas blancas de los supermercados?

R: Por supuesto, por supuesto (risas). Las diferencias económicas son brutales. 20 kilogramos de una marca puede costar 70 euros y de una marca blanca 15 euros. El problema es que las marcas buenas son las que investigan y eso es lo que se paga, pero la gente no lo piensa. Ahora en cualquier supermercado por pequeño que sea hay un rincón con piensos. Incluso he llegado a encontrarlos en Decatlón. Además, otra cosa que se ha notado mucho es en los complementos con los chinos, en ese aspecto son enormes las pérdidas. A mí me cuesta más caro comprárselo a un intermediario que a ellos venderlo al público, no es normal.

P: ¿Alguna vez le han dejado algún animal abandonado?

R: Muchos. Sobre todo en primavera y verano. En el momento en que deje la puerta abierta, te los meten y la cierran para que nos escapen.

P: ¿Y cree que han aumentado los abandonos?

R: No, eso no lo creo. La gente trata con bastante responsabilidad a los animales.

P: ¿Qué puede hacer el dueño de un animal que no puede hacerse cargo de él?

R: Buscar otro dueño, es muy fácil. Bueno también están los albergues, pero para mí eso no es una opción. El problema es cuando el perro tiene ya los 10 años, ahí es más difícil.

P: En general, ¿cree que la profesión del veterinario está valorada?

R: Actualmente sí, en los últimos años estamos bien vistos. Hace 20 años no tanto, pero ahora los niños quieren ser veterinarios, y eso es importante (risas).

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