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La crisis deja tocado el mundo del espectáculo madrileño


En tiempos de crisis toca apretarse el cinturón y en el mundo del teatro más aún, pero no solo los grandes sino también los que con un poco de ilusión llevan su talento a la calle. “Cuando ya era difícil poder  estrenar en una gran sala, hoy en día es casi imposible”,  así lo cuenta un argentino asiduo a la calle Preciados donde cada día muestra una nueva actuación. Y es que “estrenar en una gran sala conlleva un gran respaldo difícil de conseguir”, dice tras acabar su función a pie de calle.
 Lleva 32 años llevando su magia por el mundo y se define como un “artista” y “no como un mendigo”.  Lo que gana es una incógnita pero asegura que para él también existe la crisis. Hace un tiempo los beneficios le permitían enviar  dinero a su familia en Argentina  y ahora, según cuenta, apenas le cubren su comida y alojamiento en una pensión de la capital. “La gente huye cuando vas a pasar para que hagan una aportación, y ya no es que no colaboren es que no te dan ni un triste gracias”.
Pero no solo este argentino tiene su espectáculo en Preciados, al recorrer la calle te encuentras un paisaje variopinto: magos, pintores, actores… Y todos coinciden en que para llegar a una gran sala o llevas un nombre de peso y un respaldo económico o te olvidas de poder entrar, salvo que vayas como espectador.
Pero la crisis no es exclusiva de teatros y funciones callejeras, también circos y otros espectáculos notan como su bolsillo va bajando. Un ejemplo es el Circo de los Horrores, que tuvo funciones en Leganés, en junio de este año, cuyo espectáculo a pesar de tener un gran número de asistentes ha visto como sus beneficios han ido reduciéndose.
Según cuenta uno de sus trabajadores los beneficios han bajado hasta el punto de verse obligados a prescindir de alguno de sus artistas para alguna función en la que la venta de entradas no había sido la esperada. “Aunque esto no acaba con la calidad del espectáculo”, añade.
La crisis va de la mano del espectáculo y la gente prefiere seguir recortando sus gastos, castigando especialmente a la cultura. Mientras en las tiendas de ropa aún se ven colas en probadores y cajas, las taquillas de teatro tienen que trabajárselo mucho para llenar día a día cada una de sus salas. Y a pie de calle las actuaciones tienen que ser con sudor y sangre para poder volver al día siguiente. El resumen de la crisis en el teatro madrileño es: ingenio, sudor, sangre y perseverancia.

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