La palabra
“indignados” está de moda. Sin embargo, ¿se conoce lo que realmente conlleva
estarlo? ¿Qué significa el verbo indignarse? ¿Es cierto que la juventud es más
propensa a manifestarse? ¿Por qué la mayoría de los movimientos sociales es
gente joven? Gracias a dos profesionales de la psicología, se analiza desde
otro punto de vista el movimiento 15-M.
Para comenzar,
Alejandro Torres, psicólogo clínico desde hace más de 30 años, nos define esta
palabra tan famosa estos últimos meses: “La indignación es una
reacción vivencial consecuente a la frustración e impotencia por resolver algo
y el sentimiento de sometimiento a una situación injusta”. Y añade que “es la
no consecución de la expectativas pero con un componente de injusticia y abuso”.
Además, tiene como criterios que “el estado reactivo no habría aparecido si no
existiese una vivencia que lo causase; el contenido de ese estado, su tema,
posee una relación comprensible con su causa y el estado cesa cuando desparece
la causa”.
Como
en todo movimiento de masas, existe una parte pacífica y otra violenta. Alejandro
expone que “la violencia, el furor, es un brusco
desbordamiento del yo y empieza a colocar a la persona al otro lado de la
frontera, decimos de alguien que ‘está fuera de sí’. La reacción violenta es
una respuesta a una agresión externa , física o social, como en este caso”.
Según el psicólogo, “no hay controles psicológicos , sociales y culturales, que
median y controlan la violencia interna del ser humano”, debido a que “es una
reacción al hartazgo, a no ver salidas, cuando te cierran todas las puertas,
cuanto todo está perdido”. Por último, dice que “a todo esto, hay que añadir el
contagio de masas”, ya que es un factor muy importante y base de todo
movimiento social.
Dos jóvenes en una asamblea convocada por Democracia Real Ya París en Bastilla el pasado mes de mayo. Sol Portela, París. |
Además
de la indignación, los jóvenes son los otros protagonistas que forman el 15-M.
Juan Daponte, Mediador do Servizo de Mediación Intraxudicial (Xulgado de
Familia) de Santiago de Compostela y psicólogo clínico desde hace 24 años,
justifica que “los jóvenes, por contra de los que tenemos cierta edad,
tienen menos miedos al ‘cambio’. Indica que como jóvenes, “la experiencia de
cambio como vivencia resulta en general muy cercana en sus propias vivencias, a
lo que han vivido en su periodo vital y como fuente de motivación de futuro“. Para
entender por qué la mayoría del movimiento del 15-M son jóvenes y no adultos, cabe
destacar que “la juventud es el momento vital en el que la relación con
los otros/as es fundamental, es el momento en que lo que nos dan y damos a los
otros/as cobra una importancia fundamental en el desarrollo del proceso
de construcción de uno mismo”. Según este profesional de la psicología, “muchos
estudios avalan que la percepción de riesgo que los jóvenes tiene en general
suelen ser menores que las de los adultos”.
En
resumen, toda revolución tiene como base la indignación. Toda indignación nace
de una frustración. Esta frustración afecta más a aquellos jóvenes sin temor al
riesgo. Ese lema de “sin miedo a nada” les lleva a desear un cambio. Ese anhelo
de transformación refuerza las ganas de seguir manifestándose. La insistencia
hace que un movimiento como 15-M siga formando parte de la actualidad.
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