Imagen:
Wikimedia Commons, Autor: Nightflyer, 2007
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Las
circunstancias actuales en la Unión Europea (UE) han elevado la
presión sobre ésta para encontrar soluciones y propuestas que
lleven adelante al continente. Con
cada día, la canciller alemana, Angela Merkel,
está perdiendo la paciencia con una Unión lenta, dada su
complejidad burocrática y la falta de acuerdo entre sus miembros.
Sin embargo, su respuesta a este problema complicaría aún más el
sistema de la UE: la separación de Europa en dos grupos.
Si
al principio de la crisis Angela Merkel aseguraba que la división de
Europa no era una opción, ahora propone salvarla precisamente con
esa táctica: la de la segregación. Según expuso el ministro de hacienda alemán, Wolfgang Schäuble,
ante la directiva de su partido conservador (Unión Demócrata Cristiana de Alemania, CDU),
la canciller alemana no ve otra solución ante la amenaza del
desplome del Euro, que la de dividir a Europa en dos grupos a dos
velocidades: la Eurozona,
que reúne a 17 países con la moneda única, y el resto de los países
pertenecientes a la Unión Europea.
Hasta
el momento, en Europa se insistía rigurosamente en que todos los
miembros progresaran juntos o, como ahora, se estancaran también a
la vez. Todo este tiempo, los estados han trabajado para unir cada
vez más a la UE. Con este fin, se crearon, por ejemplo, los puestos
del presidente del Consejo Europeo, ocupado por Herman Van Rompuy,
y el del llamado representante de asuntos exteriores, encabezado por
Catherine Ashton.
Sin embargo, para algunos, todos los esfuerzos por unir políticamente
a la UE no hicieron más que complicar el sistema europeo. “No
salvaremos al Euro creando cada día nuevos gremios e inventándonos
instituciones nuevas”, critica el politólogo alemán y profesor de la Universidad de Berlín, Oskar Niedermayer. Pero es ésa precisamente la intención de Angela Merkel.
La
separación ya se da por hecha
Muchas
medidas que han impulsado la canciller alemana y el primer ministro francés, Nicolas Sarkozý,
que también apoya su plan, ya han estado dando por hecho la
separación de Europa en dos grupos.
Así,
formalmente, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento
fue agudizado para la UE en su conjunto. Sin embargo, sólo los
países de la Eurozona deben temer sanciones en caso de romperlo.
Sobre todo éstos han sido comprometidos a controlar más
estrictamente sus deudas estatales. Fue bajo la presión de Alemania
que, finalmente, España accedió a introducir un tope presupuestario
en la Constitución.
Imagen: Creative Commons, Autor: Sebastian Zwez, 2009 |
Algo
parecido sucede con el Pacto del Euro. En él, la Unión Económica y
Monetaria (UEM) se compromete a maximizar su competitividad y a
asegurar los sistemas sociales. Por ejemplo, con la subida de la edad
de jubilación. Todos los países de la Unión pueden participar en
este pacto, pero sólo los países de la Eurozona tienen poder de
decisión.
En
la práctica, la Unión Monetaria ya cuenta con gremios
independientes de la Comisión Europea. Las decisiones importantes ya
las toma desde hace tiempo el Eurogrupo. En reuniones mensuales de
sus ministros de economía y finanzas, hacen caso omiso de una
Comisión que sólo tiene el poder de hacer sugerencias. En el
futuro, esa independencia de la UEM debe ir a más.
El
plan de Merkel
Su
independencia se agilizaría con la creación de nuevos gremios.
Alemania y Francia quieren liberarse de las estructuras de la UE ya
existentes y no depender únicamente de la Comisión Europea. Como
primer paso, pretenden crear una división de análisis propia dentro
del Fondo Europeo de Estabilidad Financiero (FEEF)
bajo el control de su presidente, el alemán Klaus Regling. El
objetivo es que la nueva división observe el mercado financiero y
haga propuestas, quizás dé incluso órdenes, de cómo evitar
futuras crisis. En el FEEF solamente participan los países del
Eurogrupo y, además, no está atado al Tratado de Lisboa, que es la
base de la Unión Europea.
Por
otro lado, los primeros ministros de la Eurozona se reunirían dos
veces al año en una especie de cumbre para el Euro. Con Herman Van
Rompuy, que desde su elección apenas ha tenido que intervenir, el
grupo obtendría a un líder. Pues como presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy ya tiene el poder de reunir a los primeros ministros cuando sea conveniente. Para
su nueva tarea se le crearía, incluso, una infraestructura
burocrática. De esta manera, la Eurozona obtendría un secretariado
propio. Para no evidenciar la separación de la UE, éste
pertenecería a algún consejo ya existente en la UE.
De
este modo, se está estableciendo una especie de gobierno paralelo al
de Bruselas. Yendo más allá, Merkel pretende introducir en el
Tribunal Europeo un derecho de acción contra aquellos países del
Eurogrupo que atenten contra el Pacto de Estabilidad. Esto supondría
un cambio en el Tratado de Lisboa.
La
separación supondría más burocracia
Si
se impusiera la canciller alemana, en Europa lo habría todo por dos:
el Club de los 27 que, como ahora, se ocuparía del mercado interior;
y los países del Eurogrupo, que unificarían su política
financiera, social y presupuestaria. El mayor miedo que suscita este
plan, es el de que se creara un sistema de dos clases. Además, no
aclara la función de la Comisión Europea. “¿Seguiría ocupándose
de cuestiones económicas en la Eurozona o habría que crear un nuevo gremio?”, se pregunta el ministro de exteriores luxemburgués, Jean Asselborn.
Las mismas preguntas surgen en cuanto al Parlamento y el Tribunal
Europeo en Luxemburgo. “¿Habría todas las instituciones por dos?
¿Más burocracia? ¿Más complejidad?”.
Cuestión
de soberanía
Todavía
no hay respuestas a estas preguntas pero sí mucho escepticismo. La
Comisión Europea está totalmente en contra de los planes de Angela
Merkel, al igual que la mayor parte de los parlamentarios europeos y
otros tantos países pequeños de la Unión.
En
definitiva, todas estas propuestas se reducen a que los países de la
UE vayan cediendo parte de su soberanía. Con la crisis ha aumentado
la disposición a ello. Especialmente por parte de aquellos países
más dañados por ella. Ahora sólo falta que los países sanos
también cedan parte de su independencia. Sin embargo, los propios
impulsores de reforzar la integración del Eurogrupo se muestran
reticentes a perder parte de su independencia en pro de la Unión.
Sarkozý sigue bloqueando un acuerdo con la Comisión y el Parlamento
Europeo en cuanto a la reforma del Pacto de Estabilidad. Él y Angela
Merkel prefieren el método intergubernamental. Esto es, firmar
acuerdos entre los países miembros como forma de evitar la
influencia de la Comisión y el Parlamento. Esto preocupa, sobre
todo, a países pequeños de la UE. Temen no poder defenderse de los
grandes sin la ayuda y la intromisión de la Comisión. Tienen miedo
a ser dominados por los países más poderosos. Jean Asselborn
lamenta la falta de respeto de algunos países, “en particular
Alemania y Francia bajo la jefatura de Sarkozý y Merkel”, hacia el
Tratado de Lisboa. Por tanto, el plan de Francia y Alemania amenaza
con no poder imponerse siquiera en el propio Eurogrupo.
Imagen: Wikimedia Commons, Autor: varios usuarios |
El
apoyo a su plan lo ha recibido Angela Merkel de un lado inesperado.
El pasado lunes, el presidente del Consejo por el Futuro de Europa (CFE), el millonario Nicolas Berggruen,
abogaba por que hubiera más Europa en vez de menos. En un guiño a
los planes de la canciller alemana, este grupo, formado por
ex-líderes europeos, como Felipe González, y otros personajes
destacados, señalaba la urgencia de tomar medidas “extraordinarias”
para la salvación de Europa. Su mensaje era claro: los países
miembros deben ceder más soberanía a Bruselas. Además, exigía un
plan conjunto de crecimiento, así como la revisión de los mercados
de trabajo y los sistemas sociales de los países miembros: “Europa
es la solución y no el problema”.
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