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Benedicto XVI no muestra interés de renovación en su viaje a Alemania


Si existe una imagen que simbolice el viaje del Papa por Alemania, es la siguiente: “Yo ajusto mi vida a las normas que vienen desde Roma”, decía la animadora a una muchedumbre en Friburgo que esperaba la llegada del Pontífice. Los creyentes elevaban unos globos rojos. A la vez, en la parroquia católica alemana de Santa María en Madrid, unos espectadores veían la retransmisión en directo del canal público alemán ARD y desaprobaban la pregunta de la animadora con el pulgar hacia abajo. El Papa no llegaría hasta dos horas más tarde, pero los animadores en Friburgo entretenían a la gente con sus preguntas.


Mucho rojo para Benedicto, poco verde

Se trataba de cuestiones que pretendían analizar cuánto confían los jóvenes creyentes en la Iglesia. “Mi confesión no influye en mi creencia en Dios”, globos verdes, pulgares hacia arriba. “Las mujeres tienen un papel muy pobre en la Iglesia”, más globos verdes, más pulgares hacia arriba. “La homosexualidad es un pecado”, globos rojos en su clara mayoría y abucheos entre el público de la parroquia en Madrid.
La juventud ha decidido: mucho rojo para Benedicto, poco verde. La prueba no se repitió al finalizar el viaje del Papa, sin embargo, ya durante su recorrido por Alemania, había quedado claro que no iba a haber ningún cambio por su parte.

Imagen: Benedicto XVI entre fieles/Imagen: WikimediaCommons
La Iglesia se encierra en sí misma

Ayer el Papa atraía la cólera de su país natal con un comunicado desde Roma en el que aseguraba haberse sentido “más cercano a la Iglesia Ortodoxa que a la Protestante”, durante su viaje por Alemania. Una vez más, el Papa ha demostrado que no tiene ninguna intención de impulsar una reforma en la Iglesia ni de adaptarla a los tiempos modernos. Con un 30% de católicos, la política alemana no se muestra indiferente a la opinión de la Iglesia. El país se mostró dispuesto a escuchar a pesar de las numerosas protestas en contra de la aparición del Papa en el Bundestag, el Parlamento alemán. Finalmente éste acabó por llenarse entre ministros y ciudadanos en calidad de visitantes externos. Sin embargo, el Papa evitó hablar de cosas tan cruciales como la homosexualidad, los escándalos de abuso a menores y la posición de la Iglesia ante católicos divorciados.

Los viajes del Papa han sido “un show

La jerarquía eclesiástica todavía no ha mostrado el valor de admitir sinceramente los problemas que tiene la Iglesia”, condena el jefe de departamento de Educación Religiosa en las escuelas de las diócesis de Augsburgo, Bernhard Rössner. Rössner es conocido en su país por sus opiniones abiertamente críticas hacia Benedicto XVI a quien acusa de haber "abandonado sus visiones progresistas y su voluntad por reformar la Iglesia" que sí mostraba, según Rössner, en publicaciones anteriores a su pontificado. Para el profesor alemán, el tour de Benedicto XVI por España y Alemania “no ha sido más que un show” para fingir “que todo va bien”. Sin embargo, la realidad queda retratada en los números de la Conferencia Episcopal alemana. Tras el escándalo de abusos de menores, el año pasado la Iglesia Católica en Alemania perdió a 181.000 seguidores (la evangélica 150.000). Según el mismo informe, desde 1990 un total de 2,6 millones de personas ha abandonado la Iglesia y el número de feligreses ha descendido un 87,4%.

El sector conservador se ve confirmado

A pesar de ello, un gran sector de la Iglesia opta por ignorar los datos. Especialmente la parte más tradicionalista no está preocupada tras los numerosos guiños hacia ella del Pontífice en su último viaje. Los pasos de Ratzinger en su país natal han mostrado su inclinación clara hacia el sector conservador de la Iglesia. De este modo, la única visita que hizo fuera de programa fue a una comuna de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, famosa por su defensa del rito romano por el cual los sacerdotes se encuentran de espaldas a los creyentes durante la misa. Las posteriores declaraciones sobre la Iglesia Ortodoxa han sido sólo una señal más de que Benedicto XVI “piensa insistir en los valores tradicionales de la institución eclesiástica”, dice Rössner.

Símbolo de la Hermandad Sacerdotal Pío X
Imagen: WikimediaCommons/Bruno Vallette
Con todas esta acciones, la Iglesia pierde cada vez más influencia en la sociedad de los países europeos. La política alemana le ha tendido la mano esta semana a la institución católica, “pero ésta no ha sabido responder”, cree la ministra de cultura, Monika Grütters del Partido Unión Demócrata de Alemania (CDU) y  de confesión católica. “De este modo pierde toda su autoridad sobre una sociedad que estaría dispuesta a escuchar si sólo cedieran un poco”, se lamenta. Rössner gusta de citar al autor bávaro, Peter Seewald, quien entrevistó a lo largo del verano de 2010 al Papa y publicó estas conversaciones en un libro (Licht der Welt, Noviembre 2010). En el prefacio decía: “La crisis de la Iglesia es una cosa, la crisis de la sociedad otra. Lo uno y lo otro tienen una relación directa”. Hablaba de la crisis financiera, de una modernidad que pierde todos sus valores, de la catástrofe ecológica a la que “nos estamos encaminando”; y muchas cosas más “sobre las que el representante de mil millones y medio de católicos podría aportar algo”, asegura Bernhard Rössner, “si el Papa no estuviera tan ocupado” con la purificación de la Iglesia. 

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