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Versace toma la Gran Vía

La colección de Versace para el gigante sueco se puso a la venta el 17 de septiembre en la tienda de la Gran Vía madrileña


Son las seis de la mañana y Gran Vía está llena de gente.  A pesar del frío de un 17 de noviembre, las personas se aglomeran cerca de la entrada de H&M. La cola da la vuelta al edificio y todo son nervios y expectación. El personal de seguridad lleva toda la noche, controlando que no haya problemas. “Hay gente que se ha quedado a dormir”, comentan en la fila. Los “afortunados” se encuentran separados del resto por un cordón de terciopelo. Ellos serán los primeros que podrán adquirir la colección en primicia de Donatella Versace para H&M, una serie de prendas limitadas que aglutinan la esencia de la casa italiana.

“Es el evento más importante del año. H&M realiza una colaboración con un diseñador reconocido y las prendas y accesorios se venden en precios de 20 a 300 euros”, explica una seguidora de estas acciones Sandra Blanco. “No me lo pierdo desde hace 2 años, fueron Lanvin y Jimmy Choo los modistos de años anteriores”. 

Zona acotada con la colección de Versace   Fuente: K.G
Sobre las nueve de la mañana los empleados de H&M se preparan para la “guerra”. Reparten pulseras de diferentes colores según el orden de la fila. En ellas está escrita la hora en que cada grupo de gente podrá pasar a la zona acordonada. “La colección no está en cualquier parte de la tienda. Las prendas de mujer se encuentran en un corner acotado en el que solo podrá pasar la gente con la pulsera del color y hora correspondiente”, explica la dependienta de la tienda Cristina Gómez. “A las prendas de caballero puede acceder todo el mundo, la pulsera no es necesaria”.

A las diez en punto comienza la estampida. Los dependientes reponen cada 10 minutos, los probadores están atestados de vestidos de Versace. La táctica siempre es la misma. “Coged todo y ya escogeréis en el probador”.  Las chicas van pasando según su hora a la zona acordonada: sonrisas, disgustos porque ya no estaba aquella falda, incluso algún que otro trueque con la gente que no pudo conseguir pulsera.

“A las doce se abre la parte acotada y se termina de sacar toda la mercancía”, dice Gómez. Pero para esa hora apenas queda nada, solo unos cuantos restos de una mañana agotadora para los trabajadores de la tienda, miembros de seguridad, pero sobre todo, para una clientela a la que la espera mereció la pena con tal de poder vestir prendas de una de las diseñadoras más reputadas del mundo a un precio asequible. Un buen final para el día más esperado por los amantes de la moda.

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