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De la discusión a la descalificación en campaña


      Los partidos políticos comienzan la campaña en las redes sociales, con un mensaje claro, conciso y mucho más agresivo que el usado hasta ahora. ¿Viviremos un cambio en la política a través de Twitter o la propaganda llegará hasta las redes más libres y críticas?



      La campaña para las elecciones generales que se celebrarán el 20 de noviembre empezó incluso antes de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciara el adelanto de las fechas para, según él, delegar en el ejecutivo elegido la función presupuestaria. El gesto no fue más que el pistoletazo de salida para acciones propagandísticas que han llegado, a estas alturas, a crear aplicaciones para móviles como la que tiene el líder de la oposición, Mariano Rajoy, o a la expansión de la estrategia política a áreas tan conflictivas como las redes sociales y, en especial Twitter.

      Pero todo esto no ha hecho más que empezar. El Partido Popular, para promocionar una convención de Málaga, lanzó una página web, ‘Movimiento para el cambio’, en la que anunciaban que los usuarios que quisieran podían ceder sus cuentas al partido para que, desde ellas, se emitiera también la información y propaganda del partido en torno a la convención. El proyecto fue todo un fracaso y en solo unas horas #prostituit se convirtió en Trending Topic, criticado incluso por el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares que, preguntado sobre el tema, respondía que la iniciativa “niega la esencia de Twitter”.
      En estas elecciones generales los partidos políticos se juegan todo lo que ya ensayaron en las municipales y autónomas de mayo y por ello, casi todos los candidatos a la presidencia tienen un perfil en las redes sociales mediante el que también realizan campaña. Sin embargo, el medio no es el mismo y los políticos se han visto influidos por el lenguaje y las formas de las redes y, en especial, de Twitter. En ellos representan a su partido y a su candidato y su punto de vista es defendido mediante respuestas a los usuarios, propaganda y tweets de defensa, sobre todo.
      Twitter arrastra en España una historia más convulsa que en la mayoría de los países en los que se usa la red y es que el boom del microblogging llegó a España entre 2009 y 2010, año en el que periodistas y políticos comenzaban a interesarse y veían en ello una buena vía de interactividad. Desde entonces, los usuarios de Twitter han sido especialmente críticos con el sistema y con los políticos y, a menudo, los perfiles de los candidatos y partidos se llenan de respuestas en defensa de declaraciones, votaciones o propuestas realizadas con anterioridad. Los usuarios se dirigen directamente a los políticos y la brevedad de los 140 caracteres hace a veces mucho más directa y agresiva una pregunta que además, se ve protegida por el particular anonimato que crea la red. Las respuestas a los usuarios son fundamentales ya que utilizan el contacto directo para hacer propaganda de sus candidatos, tomar parte en las discusiones del día, mostrar su postura ente un asunto, mostrar los objetivos para la legislatura, realizar propuestas (aunque pocas son realmente concretas a un mes de las elecciones) o criticar medidas, propuestas o declaraciones de los rivales políticos. Además, en Twitter se ven enfrentamientos mucho más directos, agresivos y personales que los que se pueden ver en la vida política “real” (parlamentos, convenciones o ruedas de prensa).
     Un claro ejemplo es el que surgió entre los perfiles del vicesecretario general del PP, Esteban González Pons, y el del candidato socialista, Alfredo P. Rubalcaba. El equipo de éste último publicó el 13 de octubre el siguiente tweet, que encendió la mecha: “El PP ya está haciendo los recortes. Nosotros no los hacemos ni los hicimos. Hay 2 menús. Uno, el vasco-andaluz. El otro, el valenciano-madrileño”. González Pons no tardó en reaccionar y respondió con un contundente “¿No recortaste tú las pensiones, el sueldo de los funcionarios y hasta el cheque-bebé? MENTIROSO”. El popular debía creer que trataba directamente con Rubalcaba, ignorando que el candidato diferencia con su firma (RbCb) los tweets escritos por él de los de su equipo de comunicación. El equipo se defiende indirectamente, contestando a un usuario “Le hemos puesto unos vídeos que comparan los gobiernos PP vs. PSOE en materia social. Él contesta con un insulto”. González Pons no recula y tras varias respuestas zanja la discusión con un tweet demoledor: “Cuando @conRubalcaba explique por qué quiere ser presidente, si como vicepresidente ha llevado a 5 millones de españoles al paro, seguimos”.

      La cuestión es la siguiente: ¿veríamos a un miembro de cualquier partido llamar mentiroso a gritos (ya que es así como se entienden las mayúsculas en la red) en una institución pública como el Congreso de los Diputados? En cualquier caso, ¿no llevan ya años negándose entre ellos? ¿Quiere eso decir que Twitter ayuda a los políticos a ser más honestos consigo mismos dejando salir, aunque sin querer, palabras antes repudiadas por los oradores políticos? Para el creador de ‘Politweets.es’ (una web que analiza los perfiles de los personajes y partidos políticos de España y los compara según sus cifras de menciones, tweets o frecuencia de publicación, entre otras), Pablo Román, la respuesta es clara y al pensar en el político perfecto 2.0 se le pasa “la palabra ‘honestidad’ por la cabeza. Personalmente, pienso esta cualidad no abunda en los políticos que utilizan redes sociales, por desgracia.”
Gráfico de elaboración propia a partir de los datos de 'Politweets.es'.
     Lo que está claro es que la red es peligrosa. Que se lo pregunten a la candidata de UPyD, Rosa Díez, que tuvo que cerrar su cuenta en Twitter cuando se la vio en directo en ‘Los Desayunos’ de TVE cuando se suponía que estaba actualizando su perfil. Las críticas le llovieron por no ser sincera y reconocer que un equipo se encargaba de su cuenta (como han hecho después candidatos como el socialista Alfredo P. Rubalcaba, o el popular, Mariano Rajoy). Román comenta en este aspecto que “un candidato a la presidencia debería tener ocupaciones más importantes que escribir tweets, así que no me parece mal que tengan un equipo que les ayude a hacer campaña en Twitter o en cualquier otro medio de comunicación […]. Pienso que en Internet es más fácil sacarle los colores a los políticos, ya que todo queda escrito y grabado, y es cuestión de tiempo que alguno caiga presa de sus propias contradicciones. Cuando los políticos se muestran en Twitter tal y como son es cuando más divertido resulta seguir los enfrentamientos. Los 140 caracteres se les atragantan a más de un profesional del hablar mucho y no decir nada”.
      González Pons es también protagonista de otra de las noticias de la campaña en la red. Acordó un debate dedicado al impacto de Internet en la política con la coordinadora de campaña del PSOE, Elena Valenciano, que tendrá lugar el 27 de octubre a las 19 horas y que se retransmitirá por 'politicaredes.com'. Además, el propio Rajoy utilizó la red social para anunciar algunas caras nuevas en las listas de su partido para las próximas elecciones. La noticia salió de la red y ocupó todos los telediarios.
Otro caso es el de personajes como el candidato de Izquierda Unida, Cayo Lara, que publica sus tweets personalmente y es un usuario muy activo en la red. Otro gran ejemplo del uso de las redes en política es el Proyecto EQUO, el perfil de la candidatura del partido verde EQUO a las elecciones generales, cuyo candidato es otro usuario seguido y activo en la red, Juan López de Uralde. El partido consiguió los avales para presentarse y armó su programa a partir de las propuestas de la red. Los mismos usuarios de la Equomunidad redactaban y presentaban las propuestas que habían sido debatidas y consensuadas en la red. ¿Será un nuevo método de hacer política? Lo que sí que es cierto es que los gráficos de influencia sitúan tanto al perfil del partido como al de su candidato mucho mejor situados que altos cargos de partidos fuertes como el Partido Popular o el PSOE.
     Podríamos pensar que la estrategia política se ha trasladado y adaptado a las condiciones de Twitter: menos espacio, menos rodeos, más agresividad, más demagogia y más ataques directos. Pero, si los usuarios siguen directamente a los políticos y son ellos los que les informan de sus propuestas, debaten con ellos y con sus contrincantes, ¿qué papel tienen aquí los medios de comunicación? ¿Veremos dentro de unos años a unos periodistas en modo de espectador ante la pantalla de un ordenador en busca de una noticia que poder publicar y retweetear? ¿Cambiarán los roles periodísticos con respecto a su audiencia y a sus fuentes oficiales?

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