Las
estadísticas hablan por sí solas. El desempleo es el problema que más preocupa
a los madrileños según el (CIS) Centro de Investigaciones Sociológicas. Tras las elecciones
los políticos ponen sobre la mesa las propuestas para intentar arreglar este
problema y mientras tanto más de cinco millones de personas ven difícil
solución a su situación personal.
Foto: Miguel del Río Ballesteros |
El momento que vivimos es tan preocupante que las
familias deben recurrir a medidas desesperadas como acudir a los comedores
sociales para salir adelante. Mientras tanto una infinidad de guías sobre cómo
enfrentarnos a la búsqueda de empleo, publicadas bajo el nombre de psicólogos
de prestigio, llenan las estanterías de las librerías.
Luis García Checa, parado de larga duración, lleva
un año esperando que alguien le de empleo. Su antiguo trabajo en la
construcción, le ha hecho plantearse su futuro y por ello acude al INEM (Instituto Nacional de Empleo) periódicamente en busca de cursos de
formación que le permita “llegar a otros sectores. Se ven ofertas de empleo
pero echas el currículum y nunca llaman, es bastante desesperante”.
“Actualmente están aumentando los casos por
depresión”, comenta psicólogo de psicomaster, Ernesto Martín Lobo. “Las personas desempleadas
de larga duración empiezan a dudar de sus posibilidades y esto llega a afectar
a la auto-estima. Esto es peligroso, ya que hay riesgo de llegar a una
depresión. Lo importante es no hacerse sedentario, la actividad física es
importantísima y llevar una rutina también, unos horarios y lo más importante
no desistir en la búsqueda”, aconseja Ernesto.
Foto: Miguel del Río Ballesteros |
En el otro lado de la balanza se encuentran los
empleados. Tener un trabajo en los tiempos que corren parece que es un
privilegio, algo que las empresas conocen y lo exprimen al máximo, “han
aumentado mucho los casos de personas que tienen ansiedad y estrés, aumenta la
carga de trabajo y además hay mucha incertidumbre. Las personas dejan de ser
asertivas y todo ello junto crea ataques de ira, de pánico, cuadros de
ansiedad, de agresividad”, comenta este profesional.
Los psicólogos evalúan esta situación de anormal y
en consecuencia la sociedad está rara, bajo una presión continua que no pueden
controlar. El síndrome de invisibilidad está a la orden del día en los estudios
psicológicos. “Se puede estudiar desde dos perspectivas que están ahora
presentes. Por un lado los desempleados se sienten invisibles, porque llega un
punto en el que la falta de auto-estima hace que cada vez seas más pequeño
dentro de tu mundo. Por otro lado la gente que está empleada sienten que cada
vez se trabaja más y ese trabajo no es valorado para nada, al final el trabajo
de convierte en un simple medio para ganar dinero al final de mes”, comenta
Ernesto. “Llega un momento en el que trabajas como un loco, no prestas atención
a nada más, piensas que contra más trabajes, menos posibilidades tendrás de
irte, pero llegada la hora no se salva nadie, es un problema que va más allá”,
comenta Luis.
A pesar de todo el 69 por ciento de los españoles
nos declaramos felices, o al menos así lo afirma Paloma Otero Navas, responsable
del Instituto de la Felicidad en nuestro país. “Trabajar es un factor
determinante en la felicidad de las personas, y aunque actualmente haya más de
cinco millones de parados es un gran alivio comprobar como somos capaces de
superar cualquier dificultad”, comenta Paloma.
Según este estudio las personas que se declaran
felices a pesar de la crisis es porque aceptan la situación y equilibran sus
gastos con las necesidades. Además se sienten mejor con su físico, lo que les
hace sentirse más saludables y afrontar los problemas de mejor manera.
“Aunque los datos son muy positivos, desde que se publicó
el primer estudio en 2008 los porcentajes han variado, pero seguimos opinando
que en España, a pesar de tener una tasa de desempleo de las más altas entre
los países desarrollados, que casi tres cuartas partes de la población se
declare feliz en un logro y lo que más nos va ayudar a salir de la crisis”,
afirma Paloma.
A la espera de políticas que aviven el empleo, en
el consumo, la oficina o en la calle, se percibe la falta de ilusión de una
sociedad que no encuentra el camino a seguir para poder desarrollarse y al
menos se refugia en su familia, amigos, música o cine para estar contentos,
como declara este estudio.
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