Muchas de las obras clásicas compuestas no llegan a ver la luz. La
insistencia y el sacrificio son algunas de las premisas necesarias en este
oficio. Santiago Quinto, compositor español y galardonado con el premio internacional
de composición coral “Juan Bautista Comes” de Segorbe, en el año 2002, primer premio en el concurso internacional de
composición sinfónica “Ciudad de Torrevieja” y premio de composición para las
fiestas de San Fermín en Pamplona en 2008, entre otros, analiza la situación de
la composición actual.
PREGUNTA: ¿Está
reconocida la profesión?
RESPUESTA:
Entiendo que la situación de los compositores de música de concierto es un poco
la misma de la propia música clásica: nunca han existido tantos medios,
información y posibilidades como ahora para desarrollar esta ocupación, pero,
paradójicamente, choca con un cierto desinterés de un público un tanto abrumado
por la sobre información, un desconocimiento ya endémico de la cultura y el
poco interés de los medios de comunicación, más interesados en lo inmediato o
lo visual.
Santiago Quinto dirigiendo una de sus obras |
P: ¿Es un mundo
de difícil acceso?
R: Sí, es un mundo
difícil el de la composición. Dejando aparte el hecho de que uno es compositor
o no lo es, lo que se aprende es una cierta técnica, y lo terriblemente
difícil y sacrificado que supone el emplear horas y horas de tiempo robado a
la familia, relaciones, sueño... Una vez tienes la obra terminada en las
manos, comienza el suplicio de rogar que se interprete, no digamos, que se
grabe. A veces, una obra se toca una vez y se vuelve a sepultar en el archivo,
otras, ni eso.
P: Los estudios de música
están mejor valorados y la profesión mejor remunerada en el extranjero ¿ocurre
lo
mismo
con la composición? ¿Cree que la sociedad no valora el arte musical de la
composición?
R: Depende de qué país.
En los anglosajones, nórdicos y germanos sí que está bastante valorada. Pero
hablamos de lugares de larga tradición cultural y educación esmerada. En los
latinos, la cosa es diferente. Yo creo que la gente, cuando piensa en un
compositor, o lo hace pensando en figuras casi heroicas y legendarias, como
Beethoven o Mozart, o, en otro nivel, lo relaciona con figuras como Freddy
Mercury o John Williams. Es decir, no entra dentro de las preocupaciones de la
gente el que la música no nace sola, sino que, como todo, tiene un padre, a
veces también una madre. Es triste pensar esto, pero a pesar de todo, ya he
dicho que los compositores somos muy sacrificados, a veces, casi masoquistas.
P: ¿Cree que hay un vacío
generacional?
R: Por supuesto lo creo.
Quizá sea por la falta de difusión por parte de los medios de comunicación, de
las escuelas o por el pasivismo que el gobierno
tiene frente a la profesión. Los políticos que hacen las leyes educativas no estudiaron
música, y si a ellos les va tan bien, ¿para qué hacerla aprender a nadie?
P: Los derechos de las
obras que usted mismo ha compuesto ¿los tiene usted o están compartidos con
alguna empresa productora discográfica?
R:
Esa es otra. La de los que viven del esfuerzo ajeno (editoriales, sociedades de
gestión intelectual...)
P: ¿Cuál sería el
objetivo primordial político/regulador ha alcanzar en la profesión?
R: Creo que el que
beneficiase a la música en general, beneficiaría a la profesión. Sobre todo,
cuestiones de índole educativa.
P: ¿En la actualidad,
está componiendo alguna obra?
R: Siempre. A luchar, a
luchar, a luchar… (Cyrano)
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