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Una difícil misión


La asistencia humanitaria cada vez es más complicada en Somalia. Las ayudas y el esfuerzo de los voluntarios no están exentos de muchos impedimentos debido a la difícil situación política que atraviesa este país desde hace muchos años.


Somalia es uno de los países más castigados del Cuerno de África. No sólo atraviesa la peor sequía en medio siglo, culpable de múltiples problemas nutricionales y pandémicos, sino que sus habitantes viven en una guerra civil desde hace más de 20 años. No todos son capaces de acudir a campos de refugiados, ya que se encuentran presionados por los milicianos y muchos esperan una ayuda que no llegará.


Esto no sólo es un problema para los somalíes, sino para las personas que acuden en misión humanitaria; muchas ONG deben coordinarse a distancia o a través de trabajadores locales “por problemas de seguridad como las cuestiones de secuestro”, indicaba el técnico de Sensibilización y Eventos de Acción Contra el Hambre de Barcelona, Jon Sicilia.
Desplazados en las afueras de Mogadiscio. Foto por International Relations and Security Network
El responsable de Acción Humanitaria y Emergencia de Adra, Kevin Hernández, relata los problemas a la hora de repartir ayuda entre el pueblo somalí: “Lo más difícil es evitar que caiga en manos de las milicias. Es muy complicado distinguir entre un refugiado y un combatiente. Podría llegar perfectamente a nosotros y decir que es un desplazado. No hay una manera real de contrastar esto porque no hay documento escrito sobre estas personas”. Por esta razón, los campos de refugiados cuentan con registros para los recién llegados, pero sigue siendo una tarea lenta y ardua.  

“Es complicado lo que puede hacer la comunidad internacional por Somalia”, explicaba Kevin Hernández, “El problema real es que allí no existe una estructura, sólo tenemos locales para ayudar a la gente; lo más parecido que hay a un Gobierno es ‘Somalilandia’, pero sólo está parcialmente reconocido”. 

El pasado 21 de septiembre varias ONG  firmaron una carta abierta para que los grupos combatientes permitan la completa llegada de ayudas sin imparcialidades, instando a la comunidad internacional a que medie entre el conflicto. “En la carta se pide a las partes que están en Somalia que se comprometan a dejar sus diferencias por la ayuda”, señalaba Hernández, “las milicias no nos permiten el acceso, y hay sitios en los que te dicen “no les des ayuda, esta gente no está conmigo, a ésta otra sí”, los pueblos están divididos”. 

Pocos saben qué pasará con Somalia e ignoran si se solucionarán todos sus problemas, pero en las ONG lo tienen claro; pase lo que pase, seguirán salvando vidas. 

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