Los conciertos de Hexacorde y La camerata cervantina,
celebrados el sábado 12 de noviembre en la sala Galileo Galilei, son un
claro ejemplo de que en esto de la música no todo está inventado. Ambos
conjuntos apuestan por la adaptación de la música tradicional, aunque cada uno
lo hace de una manera diferente. Mientras Antonio Maldonado, miembro de La
camerata cervantina, apunta que hacen “música tradicional arreglada para
instrumentos de cámara”, para Álvaro Aguilar, percusionista de Hexacorde, su
música podría llamarse folk, “pero yo prefiero hablar de ‘música étnica de
Castilla’, música tradicional arreglada, con ritmos modernos, que encajan con
estilos como el jazz”.
Los motivos que les llevan a apostar por este proyecto son
parecidos. Los primeros explican que es la música que han escuchado desde
pequeños y que querían “hacer algo que no se hubiera hecho y donde se mezclaran
instrumentos tradicionales y de cámara”. Así, sus 10 componentes combinan
guitarra española con violonchelo, flauta travesera, contrabajo, mandola, castañuelas
o guitarrico manchego. ¿Por qué ‘La camerata cervantina’? “La
camerata es como se llama, dentro del círculo de la música de cámara, a los
conjuntos que tocan sin un director. Y cervantina, porque somos de La Mancha
(de Alcázar de San Juan, Ciudad Real)”, explica Antonio. Quizás por eso,
adapten y recuperen piezas de diferentes pueblos de Castilla-La Mancha, como
seguidillas, jeringonzas, zorras o romances. Su música les ha llevado por
diferentes pueblos de España, por Europa (Rumanía, por ejemplo) y les ha
permitido colaborar en programas de televisión, como ‘Un país para comérselo’.
Por su parte, el sexteto Hexacorde
es fruto de la unión de dulzaineros de Castilla que querían que ese sonido se
juntara con ritmos modernos, que no quedara limitado a la categoría de ‘música
tradicional’ y llegar así a más gente. Miran mucho que las canciones que
adaptan sean movidas, con mucho ritmo, como seguidillas y jotas, y las tocan
con guitarra española y eléctrica, bajo, dulzaina, gaita, darbuka y djembe.
Aunque no viven de Hexacorde, sí viven de la música. Álvaro, por ejemplo, es
profesor de percusión. Según él, “es más fácil vivir de la música de este
género, porque hay menos gente que lo haga. Puede que no venda, pero sí nos
lleva a escenarios”. Suelen tocar fuera de Madrid, en festivales. Reconoce que,
con la crisis, se han reducido las actuaciones, porque “los festivales llevan
menos grupos y duran menos días”.
El proyecto de Hexacorde comenzó a tomar forma en 2000,
cuando empezaron a tocar y ensayar, aunque el primer concierto no fue hasta
2002. A punto de cumplir 10 años sobre los escenarios, la visita a la sala
Galileo Galilei comienza a ser un cita fija, siempre por estas fechas y
acompañados por un grupo invitado. Los elegidos en esta ocasión han sido los
manchegos de La camerata cervantina. Cómo entraron en contacto una banda y otra
es obra de Ángel Goyanes, director de la revista Interfolk y componente de
Hexacorde.
Unas 200 personas acudieron a la cita. La mayoría,
familiares, amigos o alumnos, que consiguieron un ambiente íntimo, pero
animado. Uno de los asistentes, David, defendía que “son conciertos que se
disfrutan aunque no te guste la música tradicional”. El espíritu festivo propio
de estas piezas se extendió rápidamente entre el público, que se levantó de sus
sillas para echarse unos bailes al ritmo de las canciones.
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