Los bancos españoles
poseen más de 30.000 millones de euros en propiedades difíciles de vender y
tardarán unos 40 años en desbaratarse de ellas.
En la época en que la burbuja inmobiliaria era muy rentable
para las entidades financieros se dieron miles de hipotecas que iban a resultar
difíciles de cobrar. La Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES) señala
que una de cada cinco transacciones que se realizaron entre los 2004 y 2008 era
de alto riesgo. Estas hipotecas de alto riesgo no han podido ser devueltas y
los bancos se encuentran con un enorme depósito de inmuebles que no logran
vender, conocidos como activos tóxicos.
Una información publicada por Bloomberg Businessweek desvela
que la banca española tiene unos 30.000 millones de euros en activos
inmobiliarios que serán difícilmente vendibles. El Banco de España ya puso
hincapié en la alarmante situación al señalar que los bancos y cajas tienen
308.000 millones en hipotecas y la mitad de ellas son problemáticas.
La crisis económica mundial se puede dividir en tres fases,
según señala el Abogado del Estado y Subdirección General de Asuntos de la
Unión Europea e Internacionales, Miguel Muñoz Pérez. Una primera fase que comenzó en 2007
con la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos; una segunda fase en
la que quiebra Lehman Brothers; y, por último, una tercera fase, en la que
estamos actualmente, con “mediadas estatales de intervención para intentar el
saneamiento de las entidades de crédito, con un aumento del déficit y del
endeudamiento público”. Todas estas situaciones han acabado con las familias endeudadas y unos datos catastróficos de desempleo.
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Una parte de los expertos ponen el punto de mira en la
libertad que los Gobiernos dejaron a los bancos y, principalmente, a la falta
de supervisión. La catedrática de Derecho Mercantil de la Universidad
Complutense de Madrid y Consejera del Banco de España, Carmen Alonso Ledesma,
afirma que “existe una falta de regulación, no es suficiente con la
supervisión”.
La actual crisis económica y el fin de la burbuja
inmobiliario puede acabar con más de 700.000 personas desahuciadas en España.
Muchos de ellos jóvenes que accedieron a un crédito hipotecario que
difícilmente podrían devolver y más cuando la cifra de desempleo no para de
subir.
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