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Grupos musicales estafados por salas de conciertos madrileñas


La recaudación que obtienen las salas de concierto madrileñas no siempre se realiza de acuerdo a la legalidad. Los grupos musicales, sobre todo los noveles, se exponen a sufrir engaños debido a la falta de transparencia en las remuneraciones económicas que le corresponden por sus actuaciones. Si los artistas cobran en función de la gente que acude a su concierto, tienen que fiarse de la gestión de los responsables del local. El problema se centra en la figura del portero, que es el encargado de contabilizar y de controlar a las personas que entran a la sala para ver el concierto.

El engaño se produce cuando el portero determina que ha entrado un número de público específico y la realidad es que han acudido un mayor número de personas. El grupo es el perjudicado ya que cobra menos dinero del que le corresponde. Este ´timo´ se produce en salas de Madrid poco profesionales y que, además, suele coincidir con que la calidad de sonido del local y las instalaciones son bastante precarias.

Calle del Engaño. /Estela Manzano
El batería del grupo de pop-rock Básico Permanente, Pablo Sánchez, asegura que tuvieron una mala experiencia en la sala llamada El Perro de la Parte de Atrás del Coche. Este local pequeño y poco visible situado en un edificio en obras de una estrecha calle madrileña, supuestamente se dedica a realizar prácticas irregulares como la del engaño con el número de personas que acuden al concierto, ya que el portero es impuesto por la sala. Aún así, el encargado del local, un hombre fornido y de acento británico llamado “Jamie”, desmintió haber tenido problema alguno con ningún grupo musical y recalcó que su sala “es muy profesional”.

El Perro de la Parte de Atrás del Coche. /Estela Manzano

LOS GRUPOS NOVELES NO ESTÁN SEGUROS

El funcionamiento de contratación de artistas por parte de locales donde se realizan actuaciones musicales es diverso y abierto. La forma más habitual, es que el programador de la sala contacte con el grupo musical en el que está interesado a través de su manager; o bien, es el propio grupo el que contacta con la sala. Es entonces cuando se deciden las condiciones. El grupo paga al local de actuación un precio de alquiler, que oscila entre los 200 a 300 euros y establece el coste de la entrada. Otras veces, la sala acuerda otorgar a los artistas un porcentaje de beneficio de un 20 ó 30 por ciento en función de la recaudación final adquirida.


Uno de los integrantes de la banda de pop walden uno, Fernando Borjas Pérez, afirma: “Con salas de conciertos no hemos tenido personalmente malas experiencias. El problema viene cuando las condiciones que acuerdas con el dueño varían a la hora de liquidar cuentas. Hemos tenido suerte porque siempre hemos tratado con gente de fiar”. “Salas como Hard Rock café imponían, hasta hace muy poco, unas condiciones vergonzosas. Firmabas un contrato en el que te comprometías a no tocar en ninguna sala madrileña en un mes. Ahora se que han mejorado los requisitos, porque habían adquirido mala fama”, señala Borjas.


La Sala Caracol de Madrid, avalada por más de 20 años de experiencia y encargada de gestionar y sacar a la luz nuevos talentos, asegura no haber sufrido percances por temas económicos con ninguna banda musical, ya que ellos alquilan la sala a precio cerrado y la recaudación de taquilla es manejada por el grupo que va a actuar.


La sala siempre obtiene beneficios, incluso por la venta de bebidas y otros productos. Los grupos noveles son los más susceptibles de ser engañados ya que algunos no disponen todavía de manager ni de la suficiente experiencia para acordar unas condiciones adecuadas para las partes interesadas. Quedan en manos de la profesionalidad de la sala de conciertos.

Sala Caracol de Madrid. /Estela Manzano

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