Carolina Casal, investigadora y museóloga
Carolina Casal en el archivo de la catedral de Lugo / MJ Campo |
Las autoridades civiles se han unido a las eclesiásticas para, entre todos,
recuperar la memoria de lo que Lucus
Augusti ha sido en un momento de la historia y recobrar esa importancia en la
actualidad.
Del resultado de esta investigación podría depender que Lugo se convirtiese
en un lugar único, al estilo de lo que sucede con Santiago de Compostela,
centro turístico y de peregrinación. La colaboración mutua reportaría
beneficios para todos: incentivar
las visitas religiosas a la ciudad, dinamizar el turismo y la actividad
económica y contribuir a la creación de empleo
La
finalidad principal de este convenio firmado entre la Diputación
Provincial de Lugo y el Cabildo Catedralicio de esta ciudad tiene es investigar
cuál es el origen de la tradición del culto al Santísimo Sacramento. Un
privilegio de la catedral lucense que le permite exponerlo permanentemente y,
una vez al año, las antiguas ciudades del Reino de Galicia le rinden ofrenda.
La encargada de realizar este trabajo de investigación es la historiadora y
museóloga especialista en historia medieval, Carolina Casal. La relevancia de
sus descubrimientos está en que lo que se pueda averiguar “no sólo interesa a
los lucenses sino a todos los gallegos, porque probablemente aquí esté el
origen de los símbolos que hoy nos representan”. Entre otros, el escudo de la
bandera de Galicia que contiene un cáliz con la hostia de plata, rodeado de
siete cruces que simbolizan a las siete ciudades del Antiguo Reino. Ese cáliz
hace referencia al privilegio excepcional que tiene la catedral de Lugo de poder
exponer permanentemente el cuerpo de Cristo.
“Lugo fue una ciudad muy importante.
Prueba de ello es que fue sede de un concilio o que los obispos de Bracara Augusta, capital de Gallaecia en aquel momento, vinieron a
refugiarse aquí durante la invasión musulmana. Los historiadores sabemos que,
en un momento dado de la historia, Santiago de Compostela se impuso como centro
neurálgico y comenzó a adquirir importancia gracias al apoyo civil, pero
entonces, ¿por qué el escudo de Galicia no hace ninguna referencia a Santiago y
sí al culto al Santísimo? Estamos llenos de incógnitas lo que hace mucho más
interesante averiguar qué esconde este archivo”, explica Carolina Casal.
El convenio entre la entidad provincial y el cabildo de la Catedral pretende hacer
una valoración de los fondos que existen en este archivo, catalogarlos,
inventariarlos y determinar lo que, en un futuro, pueda ser objeto de
exposición en un museo. “Mi misión principal es buscar documentación que haga
referencia a la exposición del Santísimo Sacramento. Muchos dicen, entre ellos
lo mantuvo el anterior canónigo y archivero, Amador López Valcárcel, que no
existen documentos que hagan referencia a ese primer privilegio, sin embargo,
aún no está todo inventariado ni catalogado, por lo que sería prematuro dar una
respuesta concluyente. En una de las cajas, entre partituras de música, he
encontrado un documento de 1713 donde se indica cómo se debía de realizar la Ofrenda del Antiguo Reino
de Galicia al Santísimo Sacramento”.
El archivo de la catedral lucense se encuentra en la fachada norte del
tempo, en una sala de estilo barroco neoclásico. Muebles de madera de ese mismo
periodo artístico rodean un espacio en el que abundan cajas con documentos que
esta historiadora está limpiando, inventariando y guardando. “Este archivo ha
sufrido incendios y otro tipo de expurgaciones que han menguado
sustanciosamente lo que podía haber albergado en algún momento”. No obstante, y
pese a los avatares sufridos, contiene documentación valiosa. “Por el momento
he encontrado documentos y privilegios reales anteriores al siglo XVI, también
hay un rico fondo de privilegios de la época medieval en pergamino, actas
capitulares de los siglos XVII y XVIII, así como bulas papales de la época”.
En el primer barrido de las cajas que se amontonan en el archivo, la mayor
parte de los fondos pertenecen a partituras musicales de incalculable valor:
“hay muchas partituras de ópera falsa del 1800, y obras originales de música
gallega de Pascual Veiga o del maestro Castiñeira Pardo”. El desorden reinante
y el desconocimiento de lo que pueda encontrarse guardado en estas cajas, hace
que su trabajo sea lento y exhaustivo ya que “no es difícil encontrar entre
partituras musicales otros documentos que no tienen ninguna relación con la música,
o viceversa”.
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