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Los abejarucos contribuyen a la reducción del número de abejas en la colmena


Las abejas son uno de los insectos básicos en la dieta del abejaruco, además el estrés que provoca en las abejas su presencia alrededor de la colmena y la contribución de las egagrópilas que generan a la dispersión de la Nosemosis tipo C, convierten a esta ave en una amenaza más para las abejas.


La relación del abejaruco con la dispersión de la Nosemosis tipo C, una enfermedad causada por el parásito unicelular nosema ceranae que provoca el despoblamiento de la colmena, tiene que ver con las egagrópilas (restos de alimentos no digeridos que regurgitan en forma de bola) que producen tras la ingesta de insectos y con su carácter migratorio, viven es España en época estival y emigran a zonas más cálidas como el norte de África en invierno.

En una investigación llevada a cabo por el Centro Regional Apícola de Marchamalo, se ha “comprobado científicamente que las egagrópilas de Merops Apiaster (abejaruco) portan esporas viables de nosema ceranae y las pueden dispersar a larga distancia” según declara el asesor de investigación del Centro Apícola Regional de Marchamalo, Mariano Higes Pascual. A pesar de ello, continúa añadiendo que “no pueden demostrar la forma en la que las abejas vuelven a entrar en contacto con las esporas transmisoras de la enfermedad”.

La dispersión de la Nosemosis tipo C no es la única manera en la que contribuyen a la reducción del número de abejas. Estos insectos forman parte de la dieta principal del abejaruco y su simple presencia en el entorno en el que transcurre la vida de las abejas les impide la salida de la colmena para la búsqueda de alimentos. El biólogo y apicultor Juan Antonio Morales López así lo afirma: “impiden la pecorea y el acopio de agua a la colmena lo cual puede tener implicaciones graves en épocas de excesivo calor, además, el estrés (de alimentos, de población, hídrico) que produce la presencia de los abejarucos en la colmena debilita su sistema inmunitario.

No obstante, la división de opiniones entre los apicultores y algunos expertos en la materia es patente. Mientras Mariano Higes considera que “la presencia de abejarucos no afecta de una manera importante. Solo en aquellas zonas donde existan criaderos de reinas o se estén multiplicando colonias de abejas, puede afectarles de una manera más directa, si llegan a comerse las reinas en su vuelo de fecundación”; las protestas de los apicultores son múltiples, una de las últimas, tuvo lugar en Madrid. Los apicultores pidieron soluciones e indemnizaciones a la Administración por las pérdidas ocasionadas por la desaparición de abejas que provocan los abejarucos.

La incidencia de los abejarucos en el trastorno de colapso de colonias (CCD) es solo un factor más de los muchos que incurren en la desaparición de abejas. A pesar de las múltiples investigaciones que se están llevando a cabo para encontrar un solución a las enfermedades que las afectan como varroasis y nosemosis tipo C y las acciones conjuntas de organizaciones y apicultores para detener la producción de pesticidas químicos, no se ha encontrado aún una solución para detener la muerte masiva de abejas.

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