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Flojea la apuesta por lo ecológico en Aragón


La comunidad autónoma ha perdido el liderazgo español en producción agrícola

Según el Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino (MARM), Aragón era en 2006 la segunda comunidad autónoma con mayor superficie destinada a agricultura ecológica. Frente a las fuertes subidas que han experimentado Extremadura, Cataluña y Castilla-La Mancha en extensión de cultivos y operadores, el número total de hectáreas en Aragón apenas ha variado en todo este tiempo. El año pasado bajó al quinto puesto, y es probable que en un futuro continúe descenciendo en el ranking.

Ana María Atienza es la nueva directora del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE). Quizá por su reciente nombramiento se muestra prudente a la hora de dar información y cifras. Aragón concentra en torno a 70.000 hectáreas de superficie dedicada a estos menesteres, un 8% en el conjunto de España. “La mayoría (el 88%) de esas 70.000 hectáreas son campos de cereal” informa Atienza. Lo cierto es que el grueso del volumen se exporta a otros países de la Unión Europea, principalmente a Alemania.  

Mercadillo de productos ecológicos en la Plaza Sinués de Zaragoza. Fuente: Natalia Torres 


Al otro lado de la línea de fabricación se encuentran los usuarios. Es el caso de Diego, miembro del grupo de consumo El Berenjenal, quien considera que “poco a poco va aumentado” el consumo en Zaragoza, con el nacimiento de pequeños grupos como La Espinaca Ataca, Volaría, La Birosta, Cardo a la Libertad, Comando Borraja y Valdespartera, entre otros, que reúnen de manera informal a varias decenas de familias. En el resto del territorio aragonés también han surgido más grupos, pero con poca fuerza. 

José Ramón Cortés, empleado de la cooperativa ecológica de consumo El Bisaltico, niega un posible aumento. “En España y Aragón hay poca, muy poca cultura de la alimentación ecológica”. En las instituciones públicas, continúa Cortés, nos encontramos con cierta hostilidad, y la mayoría de la población, de eso está seguro, siente cierto desdén hacia lo ‘verde’.

El precio de ser ecológico

En España, las entidades públicas que se dedican a certificar los productos ecológicos son de competencia autonómica, y cobran por cada unidad analizada. Es decir, que el productor no tarifa por lotes sino tantas veces como número de productos quiera certificar. Según Cortés esto supone “un verdadero impuesto de lujo, porque el coste de la certificación no exime del IVA, lo que acaba repercutiendo en el precio, encareciéndolo”. En Aragón, la certificación forma parte de las competencias del CEEA.

Cortés aprovecha la ocasión para protestar por la abundante presencia de transgénicos en Aragón. “Mientras que en la mayoría de territorios donde están permitidos la distancia mínima entre un cultivo OMG y uno normal es de 500 metros, aquí, donde el cierzo sopla con mucha fuerza, la distancia es de 50 metros”.

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