Las numerosas protestas ciudadanas han obligado a extremar, más aún, las precauciones para que los edificios no se vean afectados
El año que
viene comenzará a funcionar el trazado de alta velocidad que unirá España con
el resto de Europa. La línea Madrid-Barcelona-Fronterafrancesa culminó
recientemente sus obras en uno de los puntos más delicados, como han sido la
construcción de los túneles urbanos de Barcelona y Girona. Sin embargo, durante
los meses que ha durado su construcción han sido constantes las protestas
ciudadanas que han mostrado su descontento con la ubicación del trazado de alta
velocidad y sus posibles consecuencias para los edificios de la zona. Hasta el
mes de noviembre se han convocado tres manifestaciones por parte de la
asociación de vecinos ‘Gracia Nova’, aunque dichas movilizaciones apenas han
tenido repercusión.
Tuneladora Barcino. Foto: Prensa Adif |
La
complejidad de las obras radicaba en la no afectación de las estructuras de los
edificios, así como del patrimonio histórico de la ciudad condal, ya que uno de
los túneles pasa justo por debajo de la Sagrada Familia. “Estamos hablando de
una obra de dimensiones inmensas, de un proyecto muy ambicioso y no se puede
cometer ningún tipo de fallo”, explica el director general de operaciones e
ingeniería de Adif, Alfonso Ochoa. Por ello, comenta que uno de las medidas que
se tomó desde un principio fue “disponer de grandes recursos tanto técnicos
como humanos para esta faceta”.
Estas actuaciones no han pasado desapercibidas a nivel internacional y han tenido un gran reconocimiento. La Unesco, en la sesión del Comité para el Patrimonio de la Humanidad, que se celebró en 2010 en Brasilia respaldó el trazado del proyecto.
Una de las
medidas que más ha tranquilizado a la opinión pública, y que fue una medida
adoptada tras las manifestaciones vecinales, ha sido las constantes
inspecciones que se han realizado en las viviendas situadas próximas a las
obras. De este modo, se han analizado más de 3.700 en Barcelona, 2.500 en
Girona y 450 en Montcada. “La intención era transmitir una sensación de
tranquilidad a la población. Nosotros somos conscientes de que apenas hay
peligro porque llevamos varios años trabajando con esta técnica de construcción
de túneles y nunca ha habido problema alguno, pero la gente sí que comenta y
puede fomentar dudas al respecto”, aclara Ochoa.
Los planes
de auscultación han sido otra de las medidas de seguridad que se han tomado. El
túnel de Barcelona, que transcurre desde la estación de Sants hasta La Sagrera,
ha contado con más de 7.500 dispositivos, mientras que los de Girona y Montcada
no han superado los 2.700. “Pocas obras a nivel mundial han contado con tantas
medidas de seguridad”, confirma el director de esta línea de alta velocidad,
Antonio Fernández Gil. Con objeto de incidir más en la prioridad que suponía
salvaguardar la seguridad, el propio Fernández Gil comenta que “también se ha
optado por construir pilotes en el túnel de Sants y por crear cuatro pozas de
compensación para mejorar el suelo del túnel de Girona, que presentaba
materiales blandos”.Estas actuaciones no han pasado desapercibidas a nivel internacional y han tenido un gran reconocimiento. La Unesco, en la sesión del Comité para el Patrimonio de la Humanidad, que se celebró en 2010 en Brasilia respaldó el trazado del proyecto.
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