Cada vez más niñas participan en certámenes de belleza
infantiles
Los tiempos han cambiado, las niñas dejan atrás sus muñecas
y las sustituyen por zapatos con tacón y pestañas postizas. Se transforman así
en pequeñas super modelos que tienen el único objetivo de vencer y ser la más
guapa, valores que no corresponde a una persona que apenas alcanza el metro de
estatura. Aunque algunas de ellas lo hacen por gusto, cada vez son más las
madres que deciden apuntar a sus pequeñas a certámenes de belleza infantiles,
ignorando los sentimientos de sus hijas.
Miss Chiquitina 2001. Foto: sanpedrosun.blogspot.com |
El pasado mes de noviembre se celebraron los certámenes de
belleza infantil Miss Chiquitina 2001, y hay que subrayar lo de certámenes en
plural porque es un concurso que se lleva a cabo en varios países de América
del sur como Chile u Honduras. Como en el resto de competiciones de este
calibre, la tarea de los jueces ha sido criticada por parte de las
participantes y como no, de sus madres, que acusan de favoritismo por parte de
algunos e incluso intuyen que puede haber algún caso de soborno.
Estado Unidos es la meca de este tipo de certámenes y la
causa de todo esto la tiene “la mentalidad de triunfo y de superioridad y
superficialidad de los ciudadanos americanos”, dice la psicóloga de la
asociación de protección de menores Achalay, Miriam
Plaza. Añade además que “este tipo de
competiciones puede llegar a arruinar la vida de las menores que pueden verse
metidas en mundos que no les corresponden a esas edades”. Las estrellas prematuras
suelen acabar en un mundo rodeado de alcohol, drogas y prostitución. Como
prueba del mal resultado que pueden ocasionar estos concursos tenemos a la
reina de la belleza JonBenet Ramsey, que en 1996 fue asesinada en la mansión en
la que vivía con sus padres, presuntos autores del crimen.
Los intereses de los menores
siempre han de ir por delante del de los padres, pero esa es una premisa que no
funciona en estos casos. “La mayoría de las niñas son apuntadas a este tipo de
concursos para poder conseguir un sueño de la infancia, pero eso no significa
que sus hijas deseen lo mismo“ afirma la psicóloga Clara Bolero. Aunque no
siempre se trata de un sueño sin cumplir. En muchos de los casos, lo único que
los padres quieren es sacar beneficio, piensan que sus hijas serán futuras
estrellas de la pasarela o el cine, lo que les reportará grandes ingresos.
Foto: familia.aollatino.com |
Hasta cierto punto puede parecer
razonable que estas pequeñas almas participen en estos certámenes, pero todo
tiene un límite. Ese límite debería ser el punto en el que se pone en riesgo el
estado físico de las menores. El ansia de los padres, más incluso que el de las
niñas, es ganar a toda costa y, eso significa usar todo tipo de recursos
descabellados como depilar a las niñas con cera, someterlas a baños de rayos
uva o, incluso, inyectar botox para que su piel se vea tersa y firme como la de
un bebe, cosa terrible, pues puede influir de manera nefasta en el posterior
desarrollo de la pequeña. “Son niñas que apenas sobrepasan los 13 años de edad
que deberían estar haciendo los deberes y jugando en la calle en vez de
patearse medio país en busca de un triunfo” dice Bolero.
El triunfo tiene un precio, que en
este tipo de casos puede ser muy elevado. “No hay que jugar con la infancia de
los menores, pues es la época más dulce e inocente que todos pasamos” dice
Miriam Plaza. Infancia sólo hay una y es muy corta, para hacer cosas de mayores
ya habrá tiempo en un futuro, pero no es justo privar a una niña de sus sueños
por cumplir los de sus padres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario