Tras dejar su trabajo de profesora de taekwondo en el
Gimnasio Kumgan, Ana, cinturón negro, y Marcos, profesor de Educación Física,
decidieron poner su grano de arena en la integración de los niños de su barrio,
de mayoría gitana. ¿Cómo? De la mejor forma que saben: enseñándoles el ‘camino
del pie y el puño’.
La Madalena
es un barrio familiar, donde casi todo el mundo se conoce. “Vemos que los
chicos pasan demasiadas horas en la calle y se pueden meter en problemas;
además, las familias que viven aquí disponen de pocos recursos económicos”.
Ana, que también vive en La Madalena,
pensó que estas dos razones eran suficientes para iniciar su proyecto.
Comenzaron su andadura a finales de septiembre, con tan solo
tres alumnos. Fue en una diminuta habitación que les cedió un restaurante
chino. Como cada vez acudían más chavales a las clases, el local se les quedó
corto. Aprovechando el buen tiempo que ha hecho este otoño, impartieron algunas
clases al aire libre, en el cercano Parque Bruil. Pero seguían necesitando un aula
de mayor tamaño, así que fueron preguntando por distintas asociaciones hasta
que descubrieron el sótano de la sede de la agrupación vecinal Barrio Verde. “Era
grande y tenía espejos; era el sitio ideal”.
Ha pasado un mes desde entonces y ya tienen dieciséis
alumnos. Tanto los padres de los chicos como los los integrantes de Barrio Verde y los propios alumnos están encantados con la
iniciativa. Las clases van dirigidas a niños y niñas de 8 a 12 años. Se dan los lunes y miércoles
de 6 a 7 y los
sábados se pasan al pabellón Alberto Maestro para hacer exhibiciones.
La Selección maña, en 2007 . Fuente: Federación Aragonesa de Taekwondo |
Invertir en personas
El más beneficiado de este proyecto, sin embargo, es la
pareja que forman Ana y Marcos. Él se encarga de la preparación física; ella,
de la técnica y de la transmisión de los valores fundamentales del taekwondo:
humildad, respeto, valentía, paciencia y estoicismo.
“Algunas personas nos
han preguntado ¿cómo sois capaces de dar clases de artes marciales a los gitanos,
con lo conflictivos que son?”. Ana lo tiene claro: “Invertimos en personas”. Ese es el sentido de esta iniciativa altruista. Según Marcos, en que en pocos meses han conseguido que los chavales
pasen menos horas en la calle. Los padres afirman que ahora se portan mejor en
casa.
Y es que las clases de taekwondo y el examen final están
condicionados por la asistencia al colegio, unas buenas notas y el buen
comportamiento con los demás. “El que no demuestre haber aplicado nuestras
enseñanzas en su casa, en la calle o en la escuela, se quedará sin exhibición
ni la posibilidad de conseguir un cinturón”. Además les han avisado, y eso
también les condiciona positivamente, de que el mejor alumno recibirá al final
del curso una beca pagada por el propio matrimonio para ingresar en el Gimnasio Seúl.
Ana declara orgullosa que lo más bonito que le ha dicho uno
de sus alumnos es ‘Nunca nadie había hecho tanto por mí como lo estáis
haciendo vosotros’. “Los chavales nos admiran y nos respetan. De hecho, alguna
vez han venido hasta la puerta de nuestra casa un poco antes de las 6 para que
empezáramos ya la clase del día”.
La sede la agrupación vecinal Barrio Verde es la columna
vertebral de numerosas iniciativas culturales. Además de las clases gratuitas
de taekwondo, el local sirve de estudio de grabación de Radio Topo, es lugar de reunión del partido político Izquierda Anticapitalista, dispone de dos grupos de
consumo ecológico, se imparten clases de danza del vientre, se dan comidas
populares todos los miércoles, tiene su propio coro de música y grupo de masaje,
es local de ensayo de Los Funkópatas, sede de La Gusantina
(cuyos niños locutan en un programa propio dentro de la parrilla de Radio Topo).
Además, se impulsan cenas de promoción del veganismo, charlas inclusive. Los fines
de semana se desarrollan actividades infantiles financiadas mediante las
ganancias de un rastrillo (que, por supuesto, también se lleva a cabo en Barrio
Verde) y los domingos por la tarde, sesión de cine.
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