Vivir en un edificio sin ascensor es cada vez menos
usual. La legislación en la Comunidad de Madrid no permite a las comunidades de
propietarios negarse ante la instalación de cualquier elemento que salve una
barrera arquitectónica. En el momento en el que exista un solo vecino con
discapacidad, los propietarios tendrán que hacer frente al pago de las obras
sin que exista la posibilidad de negación, siempre que el coste no supere el
valor de tres mensualidades ordinarias.
“La instalación de estos aparatos requiere cumplir
ciertos requisitos de accesibilidad como la medida de la cabina, la altura de
la botonera o la tipología de sus puertas”, aclara el ingeniero técnico del
grupo Duplex Elevación, Francisco Canillas. El primero de los requisitos que
debe cumplir el aparato es que la cabina sea apta para seis personas y que
soporte un peso de 450 kg. Las medidas de ésta deben ser de 1250 milímetros de
largo por 900 de ancho. Las puertas deben ser automáticas de paso libre y con
una anchura de 800 milímetros. En el caso de los botoneros, deben estar
situados a una altura de 900 milímetros. Además deben incluir rodapié y pasamanos.
“La instalación de
ascensores en edificios antiguos te limita a las medidas, no queda otro
remedio que adaptarse a los huecos”, afirma Francisco Canillas. Además, otro de
los problemas a los que tienen que hacer frente es la concesión de licencias,
“en las últimas rehabilitaciones en las que hemos montado ascensores han
tardado más de nueve meses en darnos la licencia, con lo cual, desde que
aprueban el presupuesto hasta que el ascensor se instala estamos hablando de
entre 13 y 14 meses”. Un periodo largo que, incluso en ocasiones, tal como
afirma, “cuando hemos terminado de montarlo, el anciano para el que era ya
había fallecido”. Afirma que muchos propietarios mayores que han visto cómo
comenzaban las obras en su edificio no paran de preguntar “¿usted cree que yo
veré el ascensor terminado?”. En el caso de ascensores de obra nueva, la
instalación sólo lleva quince días.
La presidenta de una comunidad de vecinos del
municipio madrileño de Móstoles, Emilia Patón, acaba de finalizar las obras del
ascensor de su edificio después de que en noviembre de 2010 se instalase un
nuevo vecino con silla de ruedas. “Aunque la instalación del elevador era
necesaria muchos vecinos se opusieron a la derrama. Me parece vergonzoso que
haya tenido que pasar más de un año y medio para que este vecino disfrute de
este derecho”.
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