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Isabel Puertas: “El mundo del arpa es un privilegio reservado a unos pocos”



Isabel Puertas Sánchez, arpista. 

Isabel Puertas Sánchez es una joven alta, rubia y delgada. Su porte transmite elegancia y serenidad, y sus ojos, brillantes, permiten ver a través de ellos y descubrir una dulzura innata. Isabel es una chica de 21 años y lleva desde los ocho dedicada al mundo de la música, en concreto, al mundo del arpa. “Desde pequeña supe que éste iba a ser el camino que iba a tomar para el resto de mi vida. Y de momento nada ha impedido que deje de serlo”, cuenta con una sonrisa.

“Fue un flechazo. Amor a primer oído”, comenta entre risas. “Sin embargo”, afirma, “no ha sido fácil llegar hasta aquí. El arpa es instrumento que se mueve dentro de un ambiente cerrado, elitista; es como un círculo al que, si tienes suerte, te dejan entrar, pero no te ponen las cosas fáciles para permanecer”.  No es raro pensar que esto pueda ser así si tenemos en cuenta las cantidades que se manejan entorno a este instrumento. Un arpa básica ronda los 13.000 euros, y si hablamos ya de profesionales, el precio de varía en función de los adornos que se quieran añadir, pero puede llegar a los 80.000 euros.

Pero ella insiste: “no es una cuestión de precio. Por ejemplo, en Francia, los conservatorios alquilan las arpas a sus alumnos, les ponen facilidades. Claro, que España no es Francia. En España, el arpa es un instrumento invisible, casi nadie se acuerda de él, y a muchos extraña cuando coinciden con él en un concierto orquestal. Es una cuestión de elitismo, de no querer aceptar a gente que no ‘encaje’ en ese modelo prefijado que tienen”.

Aunque no acaban ahí los problemas. En Madrid, sólo hay tres profesoras que impartan esta especialidad en centros públicos: María Rosa Calvo-Manzano, quien enseña en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (conocido comúnmente como Atocha); Susana Cermeño, quien también se ha trasladado de la enseñanza elemental y profesional a la superior en Atocha y Beatriz Millán, quien actualmente da clases en el Conservatorio Profesional de Música “Arturo Soria”.

“¿Cómo vamos a poder acceder a las enseñanzas superiores, si ni siquiera podemos estudiar lo básico?”, se pregunta Isabel. La respuesta es clara: pasarse a la enseñanza privada. “Yo empecé en la pública. Las pruebas son algo más exigentes por aquello de que sólo hay una profesora, pero son asequibles. Sin embargo, por desavenencias con Beatriz, tuve que abandonar el conservatorio. Aquí es donde te das cuenta de lo que supone este ambiente. La profesora tenía abierto un expediente como consecuencia de un gran número de quejas, pero ahí sigue: dando clases”.

Después de abandonar el conservatorio, Isabel estuvo sin tocar durante un par de años, ya que no conocía otras posibilidades; hasta que encontró las escuelas privadas. “Ahora llevo ya cuatro años en el Centro Superior de Enseñanza Musical ‘Katerina Gurska’, con Zoraida Ávila. Pero este ha sido mi último año, porque no puedo permitirme pagar la matrícula; así que voy a intentarlo de nuevo en el conservatorio, aunque me encuentre con Beatriz. Al menos ya conozco el funcionamiento de este mundillo reservado para unos pocos”, comenta. Ahora sus ojos no transmiten más esa dulzura, ahora irradian fuerza y determinación.

3 comentarios:

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  2. Es mi deber informar a todo el que lea esta información, que los datos que aquí se dan son la mayoría falsos e incluso difamaciones. Ni existen las dificultades que se mencionan para acceder a los estudios de arpa, ni tengo ningún expediente por quejas (al contrario, el aprecio de mis alumnos es mutuo y tengo todos los años muchas solicitudes para estudiar conmigo). Y el no estudiar, no llevar reiteradamente los libros y partituras requeridas a clase, y no llegar a los mínimos requeridos para pasar el curso, no son desavenencias con el profesor sino motivos para obtener un suspenso. Me refiero a Isabel Puertas, privilegiada porque pudo acceder al conservatorio profesional, privilegiada porque tuvo un arpa en su casa poco después de empezar a estudiar este instrumento, y privilegiada porque su profesora le dio muchísimas oportunidades para mejorar, que ella no quiso aprovechar. B.M.

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  3. Este post es vergonzoso. Aquí tenemos a la pobre alumnita, que en su Odisea contra viento y marea consigue poco a poco cumplir su sueño de dedicarse al arpa. Así se cuenta la historia, pero la verdad es bien distinta (solo hay que ver cómo borraron el comentario de Beatriz). Nuestra dulce Isabel distaba mucho de ser una estudiante modelo cuando era alumna de Beatriz Millán, pero no solo ocurría eso con el instrumento. En lenguaje musical era igual o peor, no atendía nada y mucho menos mostraba un mínimo de respeto por las enseñanzas que podría haber disfrutado con esforzarse un poco. Además era una mala compañera.
    Lo puedo decir porque entramos a la vez, yo un poco más pequeña que ella. Y al igual que nuestra "luchadora" fui alumna de Beatriz. Me da vergüenza leer semejantes mentiras, escudándose en Internet, porque Beatriz Milán es una buena profesora que siempre se ha volcado con sus alumnos. Si Isabel no aprovechó su oportunidad es su problema, pero debería empezar a hacer una autocrítica de lo que hizo mal si quiere seguir adelante. Lo que pasa es que dudo mucho que eso jamás ocurra, porque tras más de ocho años sigue guardándole tal rencor a Beatriz porque básicamente no la aprobó por la cara.
    Así que tras esta perorata os propongo algo a las dos: entrevistadora y entrevistada, no podéis dejar semejante artículo digno de un Pulitzer de esta manera. Escribid una segunda parte, diciendo lo mala que fue la profesora de lenguaje musical, el de matemáticas u otros fantasmas del pasado que solamente hacían su trabajo. Entre ellos a lo mejor y solo a lo mejor encontráis a alguno que realmente se merezca que Isabel vuelque sus frustraciones en él. P. G.

    P. D.: os falta una profesora de arpa de conservatorio en Madrid...

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