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La Orquesta Metropolitana y el Coro Talía cierran su temporada con solemnidad



Sala Sinfónica del Auditorio Nacional en Madrid
Fuenlabrada, 3 de junio de 2012 - Anoche, la Orquesta Metropolitana y el Coro Talía cerraron su temporada 2011-2012 en el Auditorio Nacional con un concierto en el cual recogían los grandes coros de oratorios. En este recital, bajo la batuta de su directora titular Silvia Sanz, interpretaron una selección de coros y oberturas de algunas de las obras más importantes de la historia de la música.


El concierto fue toda una amalgama de contrastes, a lo que hay que añadir la dificultad técnica y artística a la hora de interpretar obras de estilos y exigencias tan dispares, ya que el recital se componía de obras tanto barrocas, como clásicas y románticas.

El concierto, titulado Grandes Coros de Oratorios, se inició con El Mesías de Händel, una obra inusual dentro del ámbito del compositor, porque está claramente influída por las antiguas pasiones y cantatas alemanas. Es en este punto donde la orquesta y el coro demostraron su gran capacidad de adaptación, ya que interpretaron un exultante y majestuoso “And the Glory of the Lord” y a continuación “He trusted in God” donde el coro se convierte en una muchedumbre que se burla de Jesús.

Seguidamente, y sin casi tiempo para reposar, el inicio de la Pasión según San Mateo de Bach estremeció a todos los asistentes, impregnando el ambiente de un desasosiego aplastante. Y fue entonces, cuando surgió el coro de El verano de las estaciones, de Hayden, quien nos transporta al medio de una gran tormenta con sus grandes dotes compositivas.

Sin embargo, hay que destacar ciertos toques de color y de frescura que aporta Händel con su famosa La llegada de la Reina de Saba, que pertenece al oratorio llamado Salomón. Es ésta una de sus piezas instrumentales más conocidas y que da a entender la magnificencia del reinado de Salomón.

Mendelssohn fue el protagonista de la segunda parte con sus oratorios Paulus y Elías, en los que la sala enmudeció al oír al coro cantando al hambre que sufrió el pueblo de Israel e interpretando al coro de ángeles que rezan entorno a Elías; todo esto en el oratorio de Elías.

Pero todavía quedaba hueco para un toque de música francesa, representada por Sait-Saëns y su Oratorio de Navidad, y, como no, para el brillante final de la mano de Beethoven y el coro de ángeles de su único oratorio: Cristo en el Monte de los Olivos.

Sin embargo, todavía quedaba una pequeña y agradable sorpresa: el Hallelujah del  Mesías de Händel, que fue interpretado en el bis, y que fue el responsable del apoteósico final del concierto.

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