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La Policía, injusto objeto de la rabia de quienes se quedan sin hogar

Los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad lidian con la amarga tarea de despojar en última instancia a las familias de sus viviendas · Los vecinos lanzan piedras e insultan a aquellos que sólo cumplen con el interés común


Los desahucios se han convertido en materia sobre la que discutir en la mesa con los carrillos colmados de comida. Asuntos de otros, problemas de la calle, aunque con la suficiente carga emocional como para dedicarle unos minutos de charla ante tanto sufrimiento por parte de quienes han perdido su hogar en dramáticas condiciones, casi siempre con el mismo enemigo disfrazado de derecho real de hipoteca. Los informativos no dudan en acudir a un reclamo de lo más dramático para el espectador como es un desahucio en directo. En este tipo de espectáculos, la Policía tiene que hacer valer, en la mayoría de los casos mediando la fuerza, una resolución judicial que desconecta la vida de una familia con su vivienda habitual. Normalmente y por pura empatía respecto a quien está en tan agónica situación se tiende a ver a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad como el rival antagónico que destroza la vida de esas personas.
Sin embargo, precintar un edificio es, sin duda, una de las peores labores que tiene que desempeñar un agente. “Marca más dejar a una familia sin su hogar que verte envuelto en un tiroteo. Te pones en el lugar de esa gente y debe de ser horrible”, aseguró el agente de la Policía Nacional José Lara Rodríguez, encargado de tres desahucios en su carrera. Y es que cuando hay que proceder a un lanzamiento, ningún oficial quiere estar asignado. “Es muy duro enfrentarse a la gente. Nosotros sólo cumplimos con nuestro trabajo y, si por mí fuera, no dejaría a esas personas sin casa”, argumentó Lara Rodríguez.
Pero los movimientos de apoyo a quienes se ven privados de su vivienda recurren con demasiada frecuencia a la violencia para intentar disuadir a la Policía, consiguiendo el efecto contrario. De hecho, el pasado 5 de junio se rozó la tragedia en el edificio bautizado popularmente como Corrala de Vecinas La Utopía, en Sevilla. En el inmueble se habían citado numerosos antisistema a través de Internet para presionar a la empresa Emasesa, que había cortado el suministro de agua a 36 familias por impago. En la marcha, que intentaba llegar hasta el Ayuntamiento, se produjeron momentos de mucha tensión, pues la gente allí presente increpó a los agentes con gritos de “ladrones, dejad de echar a la gente de su casa”. La situación se agravó cuando comenzó una lluvia de piedras que obligó a los efectivos policiales a disparar pelotas de goma. “Es una situación extrema de la que nosotros no tenemos ninguna culpa. Sólo hacemos nuestro trabajo y estas personas nos agreden. Tendrían que presentar quejas formales a las autoridades competentes y no lanzarnos piedras. Esto tampoco es fácil para nosotros”, dijo el oficial Enrique Ruiz-Castillo tras los altercados.
Sin duda, son incomprendidos. Se juegan la vida y no sólo ante narcotraficantes o atracadores. En muchas ocasiones, la necesidad de respuestas por parte de quienes no pueden pagar su casa focaliza las iras en aquellos que sólo cumplen con el deber social. Y, sin embargo, siempre serán los encargados de pagar la incompetencia o negligencia de otros.

             

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