Una de las actividades
de ocio más valorada es el turismo. Sin embargo, existen personas que
encuentran barreras a la hora de llevar a cabo su pasión por conocer mundo.
Aunque cada vez es mayor la conciencia
humanitaria de los ciudadanos respecto a este aspecto, muchas personas
discapacitadas consideran que los avances son insuficientes y que queda mucho
territorio por conquistar.
Casi todas las
comunidades españolas ya incorporan actividades compatibles con personas con
problemas de discapacidad. Madrid es una de ellas. Numerosos museos, teatros y
cines disponen de rampas habilitadas así como asientos destinados
exclusivamente para ellos. La responsable de comunicación del teatro madrileño
Cuarta Pared, Giulia Bonnat, que dispone de numerosas salas especialmente
habilitadas a personas con estas características, afirma que “uno de los
mayores placeres del día a día cotidiano es poder disfrutar del séptimo arte,
nadie debería ser privado de este pequeño lujo”.
Sin embargo, un joven
de 27 años en silla de ruedas desde los 17 a causa de un fatídico accidente
automovilístico, Sergio Peña, confirma que “cada vez que tengo la necesidad de
hacer alguna actividad cultural, mi mente automáticamente empieza a efectuar
una ruta segura hacia el destino. Tengo que comprobar paradas de metro,
autobuses que tengan la rampa habilitada y buscar teatros o museos en los que
mi silla de ruedas no me impida realizar la actividad”. Aunque lleva mucho
tiempo formando parte de este colectivo, no se acostumbra a tener que prever
cada uno de los movimientos que tiene que hacer.
El transporte público,
uno de los grandes inconvenientes de este colectivo, ha sufrido una verdadera
transformación de sus instalaciones con el objetivo de adaptarse a ellos y
permitir que puedan viajar como cualquier otra persona. El metro de Madrid, en su página online y en
su tríptico informativo, especifican en cada una de sus paradas los servicios
de los que disponen -tales como escaleras mecánicas, cajeros, teléfonos o
tiendas- los accesos, las conexiones con otras líneas y si están o no
habilitadas para personas con discapacidad. Y aunque esto forma parte de una
gran iniciativa para eliminar barreras arquitectónicas, Sergio Peña aún se
siente excluido de la sociedad en el sentido de que tiene que buscar las
especificaciones adecuadas porque no todas las estaciones de metro ni todos los
autobuses disponen de las medidas adecuadas.
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